Hay Música para todos los gustos.Y es que ningún
acorde musical nos deja indiferentes. Incluso nada más nacer, la
música tiene
el poder de modificar nuestras constantes vitales: la tasa cardiaca,
respiración, transpiración y otras funciones reguladas de forma
automática.
No es extraño que muchas personas la utilicen para alcanzar el equilibrio físico y psicológico.
Entre otras muchas cosas, el saber popular atribuye a la música la capacidad de amansar a las fieras. También nuestra especie se tranquiliza cuando escucha música relajante.Los efectos terapéuticos de escuchar
música se han atribuido en gran parte a su capacidad para reducir el estrés y modular los niveles de excitación.
Escuchar ?
música relajante?
(con ritmo lento, sonidos graves más que agudos y sin letra) se ha
demostrado que reduce el estrés y la ansiedad, según un artículo
publicado en Trends in Cognitive Sciences.
Según los autores del estudio, la
música "mejora
la salud y el bienestar a través de los sistemas neuroquímicos de
recompensa, motivación y el placer; los que regulan el estrés y la
excitación; la inmunidad; y la filiación social".
Además,
escuchar música
antes de las intervenciones médicas dolorosas, como la cirugía, reduce
moderadamente la necesidad de sedación y analgésicos así como el dolor,
gracias la capacidad de las melodías para distraernos o modular el
estado de ánimo.
El aspecto más conocido de la
música, sin
embargo, por el que nos gusta oírla, es su capacidad para evocar
emociones, como alegría, tristeza, miedo, tranquilidad o tranquilidad.
Un aspecto del que se ha servido el cine ya desde sus inicios, cuando
aún era mudo, para realzar la fuerza de las imágenes. Una película sin
banda sonora no es tan impactante.
De hecho, las principales razones
para escuchar música que esgrime la mayoría de la gente, se refieren al
impacto emocional que nos provoca y su capacidad para regular nuestras
emociones.
Y es que el placer
musical está estrechamente
relacionado con excitación emocional que sentimos en cada momento.
Incluso puede evocarnos emociones contradictorias, como felicidad y
tristeza.
La música nos une
Casi todo el mundo tiene una
melodía asociada a una persona especial o a un momento concreto.
El
motivo es que la música parece desencadenar la secreción de oxitocina,
una pequeña proteína implicada en el establecimiento de vínculos
materno-filiales, sociales o relaciones de pareja.
Se la conoce como
hormona del amor y también de la confianza. No en vano uno de los
objetivo del día mundial de la música es unir a los pueblos a través de
sus distintas músicas. Porque la música es ante todo, un sistema de
comunicación emocional.
Y es que "las actividades sincronizadas, como
la música, danza o la marcha, durante mucho tiempo se ha sabido que
fomentan sentimientos de conexión social, confianza interpersonal y
vinculación.
Muchas actividades humanas y animales son rítmicas:
caminar, hablar, aplaudir, bailar, mecer a un bebé o la actividad
sexual. Y las actividades rítmicas realizadas por grupos de personas
tienden a ser sincrónicas, reflejando una coordinación social".
A
favor del papel de la oxitocina en la creación de lazos mediante la
música hay algunos estudios. Entre ellos, el que indica que una clase de
canto de treinta minutos aumenta la concentración de esta hormona en
sangre tanto en cantantes aficionados como profesionales.
Pero incluso
quienes escuchan pasivamente una melodía durante treinta minutos después
de someterse a una intervención quirúrgica experimentan un incremento
de esta hormona que ayuda a modular el estrés.
Neuronas al son de la música
Al
parecer, la capacidad de la música para regular el estrés, la
excitación y las emociones se debe a que provoca respuestas reflejas en
el tronco del encéfalo, una parte del cerebro muy primitiva encargada
del control de funciones automáticas.
Así la música modula la frecuencia
cardiaca, el pulso, la presión arterial, temperatura corporal,
conductancia de la piel y tensión muscular. Los acordes estimulantes
producen aumentos en las constantes cardiovasculares, mientras que los
relajantes las disminuciones, algo que ocurre incluso en recién nacidos.La clave de que la
música nos
estimule o relaje reside en el tempo: las melodías lentas, con pausas,
se asocian a una disminución en el ritmo cardíaco, la respiración y la
presión arterial, mientras que la música más rápida incrementa estos
parámetros.
Y es que la música no sólo nos hace movernos a nosotros al
son que nos tocan. También nuestras neuronas se activan al ritmo de la
melodía y tiende a "disparar" sus "salvas químicas" en sincronía con el
tempo de la música que escuchamos.
De ahí que ante una música rápida
se aceleren las constantes reguladas por las neuronas del tronco del
encéfalo, que se apresuran. Mientras que ante músicas relajantes, las
neuronas "se lo toman con más calma" y nuestras constantes se apaciguan.
Además, la
música estimulante
incrementa los niveles de cortisol en sangre (la hormona que regula el
estrés, la hormona del crecimiento y los niveles de noradrenalina, entre
otros. Aunque las preferencias individuales respecto al tipo de música
también influyen.
Y escuchar música mientras trabajamos, ayuda
a combatir el estrés que genera nuestra tarea profesional. De hecho,
contribuye más a mantener la tasa cardiaca y la presión arterial en
valores saludables que si se trabaja en silencio.Pero por qué nuestro cerebro responde a la música variando las constantes vitales. "La
música comúnmente
clasificadas como "estimulante" imita sonidos de la naturaleza, como
las llamadas de alarma de muchas especies, que potencialmente señalan
importantes eventos (por ejemplo, sonidos fuertes con inicio repentino y
un motivo de repetición corto).
Curiosamente, el afecto positivo y la
anticipación de recompensa también se han asociado con este tipo de
sonidos. Esto, a su vez, aumenta la excitación simpática (frecuencia
cardiaca, pulso, conductancia de la piel y respiración).
Por el
contrario, la música relajante imita los sonidos naturales calmantes,
como las vocalizaciones maternas, el ronroneo y los arrullos (sonidos
graves suaves y envolventes), que disminuyen la excitación simpática".
Efectos sobre la saludUn
pequeño número de estudios apunta a que la música potencia el sistema
inmune y tiene propiedades curativas.
Pero además, la capacidad
de la música para regular el eje hipotalámico pituitario (el que pone
en marcha la respuesta asociada al estrés), el sistema nervioso
simpático (que regula la respiración, tasa cardiaca y tensión arterial) y
el sistema inmunitario, tiene importantes implicaciones en la
regulación del metabolismo y balance energético, según un artículo
aparecido a finales del año pasado en la revista "Nutrition".
Al
parecer, la música tiene un papel importante en la recuperación
metabólica frente al estrés, la regulación de la motilidad gástrica e
intestinal, la moderación de síntomas gastrointestinales relacionados
con el cáncer y el aumento del metabolismo de lípidos y la eliminación
del ácido láctico (que produce las agujetas) durante el ejercicio, así
como en la recuperación posterior.
Afortunadamente, para disfrutar de la música
sólo es necesario dejarse llevar. Todos los beneficios llegan de forma
gratuita. Y por cierto, que educar musicalmente el oído tiene también
ventajas notables. Las personas que tocan algún instrumento musical (no
olvidemos que la voz , el canto- también es un instrumento) afinan su
oído.
Y dado que el procesamiento del lenguaje y de la música tiene
lugar en las mismas estructuras del cerebro, se benefician también
otras habilidades como la lectura o la capacidad para escuchar una
conversación con ruido de fondo, cualidades importantes para el progreso
académico, la salud emocional y el éxito profesional.
Por lo que en
cierta medida puede decirse que la práctica regular de música nos hace,
en algún aspecto, más inteligentes.( y saludables)
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