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martes, 26 de agosto de 2014

Julio Cortázar, el centenario de su nacimiento

Los 5 rincones secretos de Julio Cortázar en Buenos Aires

Fue un músico frustrado, un aficionado a los golpes y un amante de Buenos Aires. Pero ante todo, fue uno uno de los grandes escritores del siglo XX que este 26 de agosto habría cumplido 100 años.
   
En 2014 no solo se conmemora el centenario de su nacimiento, sino que además se cumplen 30 años de su muerte y se celebran los 50 de la aparición de Rayuela, la novela que marcó un hito importante en la historia de la literatura de habla hispana.
La Ciudad de Buenos Aires esconde numerosos lugares que hacen honor al creador de los Cronopios, como estos 5 sitios que reconstruyen su identidad porteña.

SU CASA EN BUENOS AIRES

Vista al barrio de Agronomía desde la habitación de Cortázar. Fotografia de Bernardo Cornejo Maltz, con la colaboracion de Mora Langer. Se puede ver el trabajo completo en www.bernardocornejo.com. Foto: BBC Mundo
 
Julio Cortázar llegó a Buenos Aires en 1918 desde Bruselas cuando tenía apenas cuatro años.
Junto a su hermana Ofelia y su madre María Herminia Descotte, primero desembarcó en la localidad de Banfield, y en 1934 se mudó a un departamento en la calle Artigas 3246, en Villa del Parque, zona reconocida hoy como barrio de "Agronomía".
Una placa en la fachada anuncia que por allí pasó el escritor: "En este edificio vivió Julio Cortázar; el clima del barrio Rawson y Agronomía está presente en varios de sus cuentos". Otra, menciona la restauración del edificio como patrimonio histórico en 2012.
Alejado del centro de la ciudad y rodeado por una inmensa arboleda, pasó allí sus días hasta 1937.
Se trata del último lugar porteño que habitó el creador de los Cronopios y las Famas. Nada parece haber cambiado demasiado desde entonces: nueve edificios de tres pisos dentro de un parque conviven con casas bajas, adornadas con detalles en vitró.
Los gatos, a los que Julio llamaba "los guardianes de la vereda", deambulan por las calles desiertas, mientras los gorriones musicalizan la tarde. Todos los vecinos de la zona coinciden en resaltar la tranquilidad del lugar. La misma que inspiró a Cortázar y lo motivó a incursionar en la trompeta.
Barrio de Agronomía en la época de Julio Cortázar. Fotografia Bernardo Cornejo Maltz.. Foto: BBC Mundo
 
Apenas pasan autos, tampoco se ven comercios. Un verdadero pulmón verde que poco tiene que ver con la Ciudad de Buenos Aires luminosa y ruidosa que conocen los turistas.
El joven fotógrafo Bernardo Cornejo Maltz, quien ocupaba hasta hace poco el cuarto en el que dormía Cortázar, destaca la energía del lugar y cuenta que todavía está el mueble de una biblioteca que dejó el escritor antes de partir a París.
"Me crié en el barrio y esa casa la conozco desde hace mucho. Siempre pienso que de esa biblioteca sacaba todos sus 'mundos'", le dice a BBC Mundo.
Las numerosas referencias a la zona en sus obras confirman que fue un espacio creativo para el escritor. Nació allí uno de sus cuentos más famosos, "Casa Tomada", publicado en el periódico literario Los Anales de Buenos Aires, que dirigía otro gran hombre de las letras, el argentino Jorge Luis Borges.

LOS BARES DE JAZZ

El músico Jorge López Ruiz solía compartir ensayos con Cortázar. Foto de Jazmín Bronstein.. Foto: BBC Mundo
 
"Soy un músico frustrado", confesaba Julio Cortázar en 1983 en una entrevista que le hicieron en Madrid.
Tocar la trompeta no era su fuerte, y él lo sabía. Aún así, decidió anteponerse al ridículo y sacarle algunos sonidos, por lo menos unos años, motivado por el amor al jazz.
Fue en ese entonces cuando conoció a Jorge López Ruiz, quien a sus 15 años compartía ensayos con el escritor. Según cuenta, se juntaban en la casa de un amigo abogado que vivía en el barrio porteño de Caballito.
"Nos conocimos tocando la trompeta. Él tocaba horrible", resalta entre risas.
"Después nos íbamos todos a un café donde charlábamos muchas horas. No teníamos ni idea que estábamos con una persona tan importante como Córtazar. Éramos chiquilines y él todavía no era quien después fue", le dice a BBC Mundo.
Nunca más se vieron, hasta 1971, cuando se cruzaron por casualidad en París. Ruiz cuenta que ese mismo año dio un concierto en el teatro argentino Nacional Cervantes, donde escuchó la voz de Cortázar entre el público, con su pronunciación tan particular de las "R".
"Así como yo me quede embelesado por las cosas que él hizo en la literatura, tengo el orgullo de afirmar que él se quedó complacido por las cosas que yo hice en la música. Era fanático mío", afirma orgulloso.
"Nos conocimos tocando la trompeta. Él tocaba horrible", bromea un músico que ensayó con un joven Cortázar.. Foto: BBC Mundo
 
A cien años del nacimiento del escritor, Jorge López Ruiz elige homenajearlo con el espectáculo "Jazztazar" en "Notorious", ubicado en el corazón de Recoleta.
Se muestra como una simple tienda de discos para los transeúntes distraídos, pero esconde en su interior un restaurant con escenario, y un jardín inmenso al fondo.
Una canción de ambiente suena tímidamente mientras los espectadores van llegando. Algunos eligen acompañar la velada con el vino, otros con unas pastas.
Esta noche tocarán los temas mencionados por el mismo Cortázar en sus cuentos. Preparan el contrabajo, la guitarra, el saxo. El escritor podría estar sentado entre el público.
"Julio era un amateur. No entendía demasiado de jazz, le gustaba la idea de libertad e improvisación. Es uno de los literatos más importantes del siglo XX. Eso lo sabía hacer, y cómo", remarca Ruiz.
De repente, se escucha una voz que se patina en las "R", que lee en voz alta un fragmento del cuento "El Perseguidor", famoso por sus alusiones al universo del jazz. Es él, Julio. Qué mejor preámbulo que ese para dar comienzo al espectáculo.

LA GALERÍA GÜEMES

El creador de Rayuela vivíó enamorado de esa galería, en el centro de Buenos Aires. Fotos: Ignacio de los Reyes.. Foto: BBC Mundo
 
La que hoy parece una simple galería comercial es en realidad la protagonista de uno de los cuentos de Cortázar: "El otro cielo".
También conocida como "Pasaje Güemes", une mediante una peatonal interior las calles Florida y San Martín, en pleno corazón del centro porteño.
Se trata de un edificio art nouveau, considerado como el primer rascacielos construido en Buenos Aires, en 1915. El creador de Rayuela vivió enamorado de esa galería, desde la que puede verse toda la ciudad desde arriba.
Solía recorrerla y pasar largas horas allí. Hasta llegó a enlazarla con la Galería Vivienne de París en el último relato del libro "Todos los fuegos el fuego".
El protagonista del cuento vive entre dos cielos: el de Buenos Aires de 1945, en plena Segunda Guerra Mundial, y aquel universo parisino de fines del siglo XX. Los dos mundos se cruzan, en un juego permanente entre ficción y realidad.

EL LUNA PARK

Cortázar solía acudir a este estadio de Buenos Aires para presenciar peleas de boxeo. Foto: Jazmín Bronstein.. Foto: BBC Mundo
 
No sólo el jazz lo desvelaba. La pasión por el boxeo en la vida del autor de Rayuela despertó en su infancia, según confirma el escritor Diego Tomasi en su libro "Cortázar por Buenos Aires, Buenos Aires por Cortázar".
A los 9 años, el pequeño Julio ya escuchaba por radio la pelea en Nueva York entre el boxeador argentino Luis Ángel Firpo y el estadounidense Jack Dempsey.
Años más tarde, comenzaría a frecuentar el Luna Park, el famoso estadio de la Ciudad de Buenos Aires ubicado al final de la mítica avenida Corrientes, cerca del Río de la Plata.
En la década de los 50, la relación con el deporte aparecería reflejada en el cuento "Torito", con el boxeador Justo Suárez como protagonista.
Cortázar dedicó el escrito al profesor de Pedagogía del colegio Mariano Acosta, Jacinto Cúcaro, quien en sus clases solía contar los pormenores de las peleas de aquel ídolo nacional al que llamaban "Torito de Mataderos".
A metros del puerto, con sus luces brillantes, se impone el estadio en la noche porteña. Rodeado de oficinas vacías, que se colman de lunes a viernes, fue durante años el ícono del boxeo en Argentina. El escritor lo frecuentaba siempre con un libro bajo el brazo, para no perder la costumbre.
Actualmente, las luces resplandecen pero los match de box son tan solo un recuerdo. La casa de los golpes funciona hoy como escenario de conciertos musicales y sede de actos políticos.

LA ESCUELA QUE LO VIO CRECER

Aquí pasó Cortázar su adolescencia, con un promedio siempre superior a siete. Foto: Jazmín Bronstein.. Foto: BBC Mundo
 
El colegio Mariano Acosta fue la secundaria en la que el autor de Rayuela pasó su adolescencia. Con un promedio siempre superior a siete, en cuarto año recibió el título de Maestro Normal Nacional y años más tarde llegaría el de Profesor en Letras.
Con motivo de su Centenario, y a modo de homenaje, la escuela ubicada en la calle Urquiza al 277, en el barrio de Balvanera de la Capital Federal, elige recordar a Cortázar de la mejor manera posible: a través de un concurso literario.
Este martes se anunciarán los ganadores del certamen y habrá diversas actividades culturales en su nombre. La convocatoria incluye desde una obra de teatro hasta un concierto de jazz.
Más en BBC Mundo:
Por Jazmín Bronstein.

jueves, 3 de abril de 2014

Lo que dice de nosotros nuestra forma de escribir

GRAFOLOGIA


Lo que dice de nosotros nuestra forma de escribir


LO QUE DICE DE NOSOTROS NUESTRA FORMA DE ESCRIBIR

Lo que dice de nosotros nuestra forma de escribir
 
La escritura es el resultado de la acción conjunta del cerebro y la mano, la mente y el cuerpo; es la plasmación de pensamientos en el papel por medio de los músculos del brazo y la mano, de unos movimientos físicos controlados, en última instancia, por el cerebro. Pero en este proceso no solo interviene el cerebro y el cuerpo; cada vez que escribimos estamos influidos por sentimientos íntimos, emociones y estados de ánimo momentáneos.
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En la psique  -cuyo órgano es el cerebro-  es donde se produce la actividad mental, creadora; y ésta se expresa por medio de dos tipos de fuerzas que se proyectan hacia el exterior: las conscientes, en las que se puede ejercer un control gracias a la voluntad y, las inconscientes, que escapan a ese control.
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La escritura es el resultado de la acción conjunta del cerebro y la mano, la mente y el cuerpo; es la plasmación de pensamientos en el papel por medio de los músculos del brazo y la mano, de unos movimientos físicos controlados, en última instancia, por el cerebro.
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Pero en este proceso no solo interviene el cerebro y el cuerpo; cada vez que escribimos estamos influidos por sentimientos íntimos, emociones y  estados de ánimo momentáneos.
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En la escritura se refleja la preocupación, la depresión, el optimismo, la alegría, la rabia y los pensamientos pasajeros.
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Pero, en un manuscrito también se puede observar cómo es la personalidad de quien escribe. Hay grafismos en los que se repiten indefectiblemente los mismos rasgos; la persona dibuja siempre de la misma manera y de forma inconsciente una letra o palabra determinada con la misma inclinación, presión, y características. Escribe sobre un plano vacío de la misma manera, dejando márgenes con las mismas dimensiones, direccionando las letras siempre igual. Dejando espacios entre las palabras o letras de la misma manera.
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Esos rasgos que se repiten están manifestando una determinada personalidad. Algo que permanece y es auténtico. Nos muestra el carácter de esa persona, el temperamento, su manera de ver el mundo, su forma de dirigirse en la vida; sus miedos, sus pensamientos, sus creencias.
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Así, una escritura dura y angulosa, indica un carácter firme, incluso severo, si esa escritura es ejercida con profunda presión.
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Si la escritura está sobrecargada de adornos y florituras indica un carácter frívolo y ligero, además de un defecto de juicio si ese exceso se da en las mayúsculas.
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No todas las personas dibujan de igual manera los óvalos de algunas letras: la o, a, d, g.., etc.; los óvalos pueden realizarse como si de un círculo se tratara o con rasgos puntiagudos hacía uno u otro lado, también hay quién dibuja el óvalo abierto o con un pequeño rizo. Cada rasgo está identificando una característica de quién escribe.
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La persona que tiende a dibujar la letra “o” muy pequeña en un escrito donde el resto de las letras de esa palabra son más grandes de tamaño, está manifestando lo pequeño que se siente, aunque intente demostrar lo contrario. En su relación y contacto con otros demostrará, incluso, altanería. Es alguien que necesita de grandeza.
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Aquel que escribe la letra “t” con la barra horizontal más gruesa en su lado derecho, en forma de maza, es alguien a quién le resulta fácil manifestar agresividad de una manera directa y primaria.
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La firma proyecta lo más íntimo de uno mismo, el Yo; lo más característico y personal. Una firma que es tachada por la rúbrica supone un desacuerdo con uno mismo, una forma de autoanulación.
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No tiene el mismo significado firmar con el nombre y ambos apellidos que con solo uno de ellos. De igual manera, hay quién firma sólo con rúbrica, con firma y rúbrica, o sólo con firma.
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También es muy importante el lugar que ocupa la firma en el papel; a la derecha, a la izquierda o centrada bajo el texto. Y, la distancia que existe entre el texto y la firma nos hablara de la sinceridad o la concordancia personal con todo lo que se ha expuesto en ese texto.
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http://www.enfoques365.net/noticia/42523/lo-que-dice-de-nosotros-nuestra-forma-de-escribir

La escritura es el resultado de la acción conjunta del cerebro y la mano, la mente y el cuerpo; es la plasmación de pensamientos en el papel por medio de los músculos del brazo y la mano, de unos movimientos físicos controlados, en última instancia, por el cerebro.

Pero en este proceso no solo interviene el cerebro y el cuerpo; cada vez que escribimos estamos influidos por sentimientos íntimos, emociones y estados de ánimo momentáneos.

En la psique -cuyo órgano es el cerebro- es donde se produce la actividad mental, creadora; y ésta se expresa por medio de dos tipos de fuerzas que se proyectan hacia el exterior: las conscientes, en las que se puede ejercer un control gracias a la voluntad y, las inconscientes, que escapan a ese control.

La escritura es el resultado de la acción conjunta del cerebro y la mano, la mente y el cuerpo; es la plasmación de pensamientos en el papel por medio de los músculos del brazo y la mano, de unos movimientos físicos controlados, en última instancia, por el cerebro.

Pero en este proceso no solo interviene el cerebro y el cuerpo; cada vez que escribimos estamos influidos por sentimientos íntimos, emociones y estados de ánimo momentáneos.

En la escritura se refleja la preocupación, la depresión, el optimismo, la alegría, la rabia y los pensamientos pasajeros.

Pero, en un manuscrito también se puede observar cómo es la personalidad de quien escribe.

Hay grafismos en los que se repiten indefectiblemente los mismos rasgos; la persona dibuja siempre de la misma manera y de forma inconsciente una letra o palabra determinada con la misma inclinación, presión, y características.

Escribe sobre un plano vacío de la misma manera, dejando márgenes con las mismas dimensiones, diseccionando las letras siempre igual. Dejando espacios entre las palabras o letras de la misma manera.

Esos rasgos que se repiten están manifestando una determinada personalidad. Algo que permanece y es auténtico. Nos muestra el carácter de esa persona, el temperamento, su manera de ver el mundo, su forma de dirigirse en la vida; sus miedos, sus pensamientos, sus creencias.

Así, una escritura dura y angulosa, indica un carácter firme, incluso severo, si esa escritura es ejercida con profunda presión.

Si la escritura está sobrecargada de adornos y florituras indica un carácter frívolo y ligero, además de un defecto de juicio si ese exceso se da en las mayúsculas.

No todas las personas dibujan de igual manera los óvalos de algunas letras: la o, a, d, g.., etc.; los óvalos pueden realizarse como si de un círculo se tratara o con rasgos puntiagudos hacía uno u otro lado, también hay quién dibuja el óvalo abierto o con un pequeño rizo. Cada rasgo está identificando una característica de quién escribe.

La persona que tiende a dibujar la letra “o” muy pequeña en un escrito donde el resto de las letras de esa palabra son más grandes de tamaño, está manifestando lo pequeño que se siente, aunque intente demostrar lo contrario. En su relación y contacto con otros demostrará, incluso, altanería. Es alguien que necesita de grandeza.

Aquel que escribe la letra “t” con la barra horizontal más gruesa en su lado derecho, en forma de maza, es alguien a quién le resulta fácil manifestar agresividad de una manera directa y primaria.

La firma proyecta lo más íntimo de uno mismo, el Yo; lo más característico y personal.
Una firma que es tachada por la rúbrica supone un desacuerdo con uno mismo, una forma de autoanulación.

No tiene el mismo significado firmar con el nombre y ambos apellidos que con solo uno de ellos. De igual manera, hay quién firma sólo con rúbrica, con firma y rúbrica, o sólo con firma.

También es muy importante el lugar que ocupa la firma en el papel; a la derecha, a la izquierda o centrada bajo el texto.

Y, la distancia que existe entre el texto y la firma nos hablara de la sinceridad o la concordancia personal con todo lo que se ha expuesto en ese texto.

http://www.enfoques365.net/noticia/42523/lo-que-dice-de-nosotros-nuestra-forma-de-escribir

MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/salud/terapias-alternativas/grafoterapia-167.html

miércoles, 15 de enero de 2014

Murió en México el Poeta Juan Gelman...

A los 83 años, murió en México Juan Gelman

Era considerado uno de los grandes poetas en habla hispana. En 2007 obtuvo el Premio Cervantes. Visitó la Argentina por ultima vez en agosto, cuando presentó su libro Hoy en la Biblioteca Nacional.

Una historia marcada por las atrocidades de la última dictadura militar, que desapareció a su hijo y nuera. Autor de más de treinta libros, se encontraba internado en la Ciudad de México, donde vivía desde hace más de 20 años. (ampliaremos)

“Estar es un trabajo desnudo. La tierra pule huesos que el tiempo roba sin retorno”, recitó hace apenas cuatros meses el poeta Juan Gelman frente a un auditorio emocionado en la Biblioteca Nacional, cuando presentó su último libro. Gelman ahora está muerto, pero su historia, y sus poemas están llamados al eterno retorno. Murió el poeta curtido, de voz gruesa y mirada firme.

De memoria compartida. La noticia llega desde México, un país que marcó también su vida. Tenía 83 años, más de 30 libros escritos, y un sinfín de recuerdos oscuros que sólo pudo soportar escribiendo. Es sólo anecdótico, pero la familia ha informado que lo van a velar y cremar allá.

Gelman había nacido un 3 de mayo de 1930 en Villa Crespo, en la calle Scalabrini Ortiz que siempre se llamará Canning. Descendiente de familia ucraniana judía, hincha de Atlanta, club que lo honró poniéndole Gelman a su biblioteca, comenzó a escribir desde muy temprano. A los 11 años ya había publicado su primer poema. Hizo la secundaria en el Nacional Buenos Aires y pronto se integró a Fede, Federación Juvenil Comunista.

A partir de entonces, justo en el agitado 1945, el poeta y el político comenzó a trazar dos caminos, que fue uno. Por su militancia comunista, fue detenido y encarcelado en 1963, durante la presidencia de José María Guido, donde se aplicaba el tristemente célebre Plan Conintes. Salió rápido de la cárcel, y con otro horizonte político, el peronismo de izquierda. Ya había formado el grupo de poetas Pan duro y publicado su primer libro, Violín y otras cuestiones (1956)

A partir de los 60 su historia fue tan rápida y trágica como la misma Argentina. Comenzó a trabajar como periodista en la revista Panorama (1966) y en pasó por La Opinión (1971-1973), la revista Crisis (1973-1974) y siguió como jefe de redacción del diario Noticias (1974). También desde el 67 se integró a las FAR, Fuerzas Armadas Revolucionarias, de orientación peronista, donde desempeñaba un papel en la acción cultural y comunicativa del movimiento.

En 1975, con las FAR y Montoneros integrados en una sola organización, fue enviado al extranjero para denunciar públicamente la represión y la violación de los derechos humanos a manos de la Triple A. Ya no volvió al país, salvo por una entrada clandestina en 1976. La dictadura había hecho pie, y la trágica historia familiar de Gelman comenzaba a escribirse.

Hasta entonces llevaba publicados ocho libros. Pero entre 1973 y 1980 ya no publicó. En 1976 fueron secuestrados sus hijos Nora Eva y Marcelo Ariel, junto a su nuera María Claudia Iruretagoyena, quien se encontraba embarazada de siete meses. Su hijo y su nuera desaparecieron, junto a su nieta nacida en cautiverio.

Durante siete años (1973-1980) Gelman no publicó. Alejado ya de Montoneros, salió de su silencio con un libro doble, Hechos y relaciones, en el que escribe contra las atrocidades de la dictadura, el exilio y las muertes, obviamente desde su propia historia.

De allí en más su literatura y su acción política siguieron el mismo camino, el del desgarro y la reparación imposibles. Seguía en el exilio, pues en la Argentina tenía pedido de captura. Cuando en 1989 fue indultado por el presidente Carlos Menem, Gelman rechazó la medida y protestó públicamente contra ella a través de una nota publicada en el diario Página/12: "Me están canjeando por los secuestradores de mis hijos y de otros miles de muchachos que ahora son mis hijos", denunció.

Si cabe, su historia empezó a dar un giro el 7 de enero de 1990, con Gelman ya viviendo en México, el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó los restos de su hijo Marcelo, encontrados en un río de San Fernando dentro de un tambor de grasa lleno de cemento. En 1998 Gelman descubrió que su hijo había sido trasladado a Uruguay junto a su mujer, María Claudia García Irureta, que había sido mantenida con vida al menos hasta dar a luz a una niña en el Hospital Militar de Montevideo.

A partir de ese momento lanzó una búsqueda incansable para hallar a su nieta apoyado por escritores y artistas de renombre. Dos años después, Gelman pudo reunirse con Andreita, su nieta, que decidió llamarse María Macarena Gelman García.

Ya era un autor con reconocimiento mundial, que en 1997 ganó el Premio Nacional de Poesía en Argentina, en 2000 el premio Juan Rulfo, en 2005 el Reina Sofía, y en 2007 el Premio Cervantes. "Me conmueve en particular el marco de esta ceremonia.

Es el de la España de hoy, la que no acepta una aventura bélica que trae al mundo zozobra y muerte", dijo en 2005 cuando recibió el Reina Sofía. Gelman aludió después al terrorismo, un "azote brutal" que sufrió España, pero agregó que en América latina "se sabe de la muerte temprana e injusta causada por otro terrorismo, el de estado", y mencionó las tragedias en El Salvador, Guatemala, Argentina, Chile y Uruguay.

 Aunque remarcó que "el neoliberalismo imperante ensancha la brecha entre ricos y pobres", y  que "la miseria es el único plato que a millones de latinoamericanos se les sirve cada día", le dio un papel fundamental a la poesía que "sigue viva, es un tirar contra la muerte, su mera existencia resiste el envilecimiento de lo humano".

También dio un discurso crítico cuando recibió el Cervantes, frente a los Reyes de España: "Es algo verdaderamente admirable, en estos tiempos mezquinos, tiempos de penuria, como los calificaba Holderlin, preguntándose: ¿para qué poetas?". Y agregó: "Que hubiera dicho hoy en un mundo en el que cada tres segundos y medio un niño menor de cinco años muere de enfermedades curables, de hambre, de pobreza. Cuantos habrán fallecido, pienso, desde que comencé a decir estas palabras. Pero ahí está la poesía, de pie contra la muerte", agregó.

También recordó que "la dictadura militar argentina desapareció a 30.000 personas, pero cabe señalar que la palabra desaparecido es una sola, aunque encierra cuatro conceptos: el secuestro de ciudadanos y ciudadanas inermes, su tortura, su asesinato y la desaparición de sus restos en el fuego, en el mar o en el suelo ignoto".

En su última visita a nuestro país, ya enfermo, enfrentó el invierno de la calle Agüero y leyó sus poemas como siempre, emocionando. Se enfocó principalmente en Hoy, su último libro, basado en el duelo por la pérdida de su hijo Marcelo Ariel.

Del juicio a los asesinos, él mismo Gelman tomó apuntes y anotaciones, de allí y de su memoria, que incluye a la de su nieta Macarena, surgieron esos últimos escritos. Según Gelman sus libros solían escribirse solos. Hay quien cree que es posible, nos quedó su historia, sus libros, y la sensación de que la tierra pule los huesos que el tiempo borra sin retorno.

MÁS INFORMACIÓN

http://buenasiembra.com.ar/literatura/articulos/juan-gelman-262.html

jueves, 24 de octubre de 2013

La Buena Literatura Estimula la Empatía...

La buena literatura estimula la empatía y ayuda a comprender al otro.

La buena literatura estimula la empatía y ayuda a comprender al otro.


La revista Science publica este mes un revolucionario estudio en el que concluye que la buena literatura nos enseña a evaluar las emociones de los otros, a empatizar.

Esta investigación llega el mismo mes en el que el informe PISA coloca a España a la cola de Europa en comprensión lectora.

Yo reduciría la educación primaria a tres materias: lectura, cuentas y naturaleza.

Estas tres, por este orden, y bien dadas, junto con el mens sana in corpore sano, o sea, el ejercicio físico, completan, a mi parecer, las cuatro patas de la formación de un ser humano hasta la adolescencia. (Después, ya cada cual irá especializando su camino).

Todo el resto es dispersión. Hoy hay mucha dispersión. Los resultados de esta dispersión se ofrecen en el último informe PISA, ese documento de la OCDE que evalúa la capacidad lectora y matemática tanto de escolares como de adultos.

España está a la cola de Europa —tanto los niños como los mayores— en comprensión lectora y en matemáticas.
O sea, fallan todos los programas y planes educativos.

De esas cuatro patas de la formación primera, la lectura es la prioritaria.
El enganche para adquirir cualquier otro conocimiento. Esto es obvio, pero tienen que venir los científicos a decírnoslo.

A comienzos de octubre se publicaba en la revista Science un revolucionario estudio
firmado por el grupo de científicos de la Nueva Escuela de Investigación Social de Nueva York.

Por vez primera, se cuantificaba el valor de las artes y de la literatura en el cerebro. Concluye el trabajo que la escritura literaria, la “alta literatura” estimula las áreas cerebrales implicadas en la emoción social y en la empatía.

Es decir, leer buenos libros nos lleva a comprender mejor la vida de los otros, a percibir el mundo desde varios puntos de vista y simultáneos.

Nos da, en definitiva, las claves (hondas, y tan difíciles siempre) para vivir en sociedad...Fuente

MAS INFO:
http://buenasiembra.com.ar/salud/autoayuda/33-textos-digitales-para-despertar-1299.html

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Los diez libros que hay que leer antes de morir...

Los diez libros que hay que leer antes de morir, según intelectuales latinoamericanos

El Economista America 
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Alguno de los libros del escritor peruano Mario Vargas Llosa aparecen en las listas.|EFE

iPads, iPods, iPhones, iMacs, tablets, notebooks, y así, un sin fin de vocablos tecnológicos que distraen al ser humano de uno de los actos que más retribución cultural aporta: leer.

Las páginas han ido perdiendo atractivo con el desarrollo de los elementos 'geeks' pero tres intelectuales latinoamericanos, preguntados por Infobae, no han dudado en hacer una recomendación: diez libros que hay que leer antes de morir.

Libros en la nube: educando a Latinoamérica con los ebooks.



Jorge Asís, escritor y periodista argentino.

1. La montaña mágica, de Thomas Mann. "Lo leo y me dan ganas de escribir. Basta que tome cualquier capítulo para que me den ganas de dedicarme a la literatura".

2. Conversación en la Catedral, de Mario Vargas Llosa.
3. El corazón es un cazador solitario, de Carson McCullers. "Una de las escritoras que me apasionó más en mis comienzos literarios".
4. Gabriela, clavo y canela, de Jorge Amado. "Es una de las lectura que yo recuerdo haber hecho con mayor alegría. Es muy importante tomar un libro y no poder dejarlo. Es lo que pasa con cualquiera de los grandes cuentos y novelas de Amado".
5. Ulises, de James Joyce. "Es para tenerlo en la mesita de noche, como lo tengo yo. Cualquiera que quiera escribir una novela no puede desconocer ese libro maravilloso".
6. El juguete Rabioso, de Roberto Arlt. "Es una novela fundacional de la literatura argentina".
7. El hombre sin atributos, de Robert Musil.
8. El extranjero, de Albert Camus. "Es el ejemplo de la novela que nunca podré escribir. Con frases cortas, despojadas, exactas. Frías e infinitamente bellas".
9. En búsqueda del tiempo perdido. Por el camino de Swann, de Marcel Proust. "Aproximarse a Proust... es un doble placer".
10. Adán Buenosayres, de Leopoldo Marechal.


Carlos Alberto Montaner, escritor, periodista y político cubano.

1. Madame Bovary, de Gustave Flaubert. "La primera gran incursión de la narrativa en la psicología individual".

2. Fortunata y Jacinta, de Benito Pérez Galdós. "La cumbre del realismo español".
3. Ficciones, de Jorge Luis Borges. "El mejor prosista de la lengua castellana contemporánea".
4. El amor en los tiempos del cólera, de Gabriel García Márquez. "La novela latinoamericana más creativa y poética".
5. La fiesta del Chivo, de Mario Vargas Llosa. "Una de las narraciones modernas más intensas y mejor construidas".
6. La rebelión de las masas, de José Ortega y Gasset. "Un ensayo que tiene lo mejor de Ortega: la prosa creativa, la imaginación para los grandes temas sociales y la intuición política".
7. El miedo a la libertad, de Erich Fromm. "Un análisis poco frecuentado de la persistencia del autoritarismo".
8. Notas de cocina, de Leonardo da Vinci. "Un texto delicioso (y ligero) sobre un aspecto desconocido del mayor humanista de todos los tiempos".
9. La libertad y sus enemigos, de Karl Popper. "Una explicación de por qué las utopías concluyen en grandes mataderos".
10. El nacimiento del mundo occidental: una nueva historia económica, de Douglass North y Robert Paul Thomas. "Una demostración razonada de cómo y por qué la clave del desarrollo, la estabilidad y la libertad sólo son posibles donde existen las instituciones adecuadas".


Laura Restrepo, escritora y periodista colombiana.

1. La Biblia.
2. La Ilíada, de Homero.
3. La Odisea, de Homero.
4. Anna Karénina, de Tolstoi.
5. José y sus hermanos, de Thomas Mann.
6. Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar.
7. El profeta armado, El profeta desarmado, El profeta desterrado, (trilogía biográfica de León Trotsky), de Isaac Deutscher.
8. Rayuela, de Julio Cortázar.
9. Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez.
10. El evangelio según Jesucristo, de José Saramago.

sábado, 18 de mayo de 2013

La cárcel como motor creativo?...


La cárcel como motor creativo

Por JULIETA ROFFO

Miguel de Cervantes, Oscar Wilde y el Marqués de Sade, entre muchos, fueron confinados a un calabozo. Pero eso no disipó su inspiración.
“¿Qué podía engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío sino la historia de un hijo seco, avellanado, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados por otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación?”


El hijo lleno de pensamientos varios es “Don Quijote”. El padre de la criatura, Miguel de Cervantes, el manco más famoso de Lepanto –y de toda España- y el autor que sentó las bases de la literatura castellana a principios del siglo XVII. El fragmento integra el primer párrafo del prólogo de la obra monumental de Cervantes, cuya primera parte se publicó en 1605 después de batallar con las negativas editoriales.

Lo curioso es que de ese párrafo se desprende la afirmación de que el escritor español engendró su gran novela caballeresca en la cárcel. Y aunque no se sabe si quiso decir que allí escribió su primera parte o si allí ideó su obra, la pensó, la diagramó en su cabeza, sí cabe decir que el encierro fue parte del escenario en el que nació el Quijote. No fue la única vez que el arte y la cárcel se cruzaron, claro.

Muchas veces, a través de sus creaciones, el arte fue una piedra en el zapato para el orden establecido –nada más revolucionario que una manifestación artística- por lo que escritores, pintores y otros artistas tuvieron que vérselas con la prisión. Algunos de ellos siguieron trabajando entre muro, mientras que la cárcel también fue escenario para diferentes obras.

El Marqués de Sade, cuyo nombre inspiró la palabra “sadismo”, escribió “Justine o los infortunios de la virtud” durante una de sus largas estancias en la prisión, esta vez, en La Bastilla. Sade fue enviado frecuentemente a la cárcel justamente por desafiar las “buenas costumbres” de la sociedad aristocrática que lo rodeaba, e incluso pasó varias veces por diferentes manicomios.

RELATOS LIBERTINOS. Marqués de Sade.

En su obra, una de las más importantes entre las que escribió, el autor narra la vida de una adolescente que quiere preservar su virtud y, en vez de obtener ayuda, en distintos estamentos de la sociedad es incitada al vicio y agraviada: Sade ensaya una especie de denuncia sobre lo difícil de conservar cierta pureza –lo femenino y la corta edad del personaje le ayudan a construir ese imaginario- en un entorno tan contaminado.

Oscar Wilde, el escritor irlandés autor de “El retrato de Dorian Gray”, también escribió desde la cárcel. “De profundis”, que data de 1897, es una carta larguísima que Wilde escribió para su amante Alfred Douglas desde la prisión de Reading, en el Reino Unido. Estaba allí por “comportamiento indecente” y “sodomía” –dos delitos que la caída de algunos prejuicios ha venido a derribar con el correr del siglo XX y lo que va del XXI-, y en su epístola expone a Douglas sus sentimientos y dudas respecto del vínculo.

En aquellos años, Wilde gozó de reconocimiento por su obra literaria, pero por otro lado fue injustamente condenado a trabajos forzados luego de un juicio por “indecencia grave” en el que se cuestionaba su atracción y amor por otro hombre. Esta última condena fue la que lo impulsó a viajar a Francia para nunca volver a su tierra natal.

El célebre ícono del muralismo mexicano, David Alfaro Siqueiros, trabajó no sólo con muros, sino entre muros: en 1960, cuando el artista presidía el Comité de Presos Políticos y la Defensa de Libertades Democráticas de su país fue acusado de “disolución social” y condenado: pasó cuatro años en prisión, y allí realizó numerosos bocetos, especialmente los del proyecto de decoración del Hotel Casino de la Selva, en Cuernavaca.

En la Argentina, el escritor Manuel Puig se ocupó de escribir sobre la cárcel en esa gran novela que es “El beso de la mujer araña”, publicada en 1976 y rápidamente prohibida por la dictadura militar.

En ese texto, reeditado hace unos meses e incluido por el diario El Mundo en la lista de las 100 mejores novelas en español del siglo XX, Puig narra la historia de dos presos que comparten la celda: uno, joven militante político, acusado por esos años de “subversión” al orden establecido –esa etiqueta que sirvió para catalogar a quienes el régimen quería liquidar-, el otro, condenado por corrupción de menores. Entre ellos, a través de conversaciones sobre todo vinculadas al cine, se establecerá un vínculo pasional.

El encierro resultó inspirador para varios autores, que no quisieron entregarse al ostracismo sino que vieron disparada su creatividad cuando les tocó vivir en un calabozo. fuente

MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/literatura/index.html?page=5

viernes, 12 de octubre de 2012

Frases del filósofo y escritor Rabindranath Tagore,


tagore

Aquí tienes algunas frases del filósofo y escritor hindú Rabindranath Tagore, que obtuvo en 1913 el Premio Nobel de Literatura “por su pensamiento potético”, e introdujo la cultura oriental en occidente a través de sus escritos.

"Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas".

"El bosque sería muy triste si solo cantaran los pájaros que mejor lo hacen".

"Es fácil hablar claro cuando no va a decirse toda la verdad".

"Los hombres son crueles, pero el hombre es bueno".

"La verdad no está de parte de quien más grita".

"Si cierras la puerta a todos los errores, también la verdad se quedará fuera".

"Leemos mal el mundo y luego decimos que nos engaña".

"Arrancándole los pétalos, no le robas la belleza a una flor".

"La música llena el infinito ente dos almas".fuente


MAS INFO:
http://buenasiembra.com.ar/salud/autoayuda/la-imaginacion-775.html

viernes, 21 de septiembre de 2012

El primer manual para escribir bien en Internet

Si se entiende, sirve: presentaron el primer manual para escribir bien en Internet

Por Leo González Pérez

Busca regular el uso de neologismos y cuenta con el aval de la Real Academia Española. Permite escribir sin tildes y abreviar palabras. Los expertos elogiaron la iniciativa
Estimado purista del idioma: sepa que desde hace algunas horas tiene usted argumentos menos sólidos para escandalizarse ante un mensaje instantáneo que se inicia con un QTL (en lugar de ¿Qué tal?), prescinde de acentos y artículos e intercala emoticones. Es que ayer, en la sede de la Real Academia Española, se presentó el primer manual práctico de uso de Internet en español, una obra que, siguiendo en muchos casos la premisa de que “si se entiende, sirve”, recopila y a la vez recomienda muchos de los nuevos usos del español surgidos con las nuevas tecnologías digitales.

La obra, titulada Escribir en internet. Guía para los nuevos medios y las redes sociales , fue elaborada por la Fundación del Español Urgente (Fundéu BBVA). En ella, sin empachos, se aconseja, para la redacción en SMS, chats y mensajería instantánea, abstenerse del uso de acentos, signos de puntuación al comienzo de la frase y vocablos que no sean imprescindibles para entender el contexto de la frase. Todo esto en pos de ahorrar espacio y tiempo.

El manual de estilo admite una buena lista de abreviaturas para usar en Twitter , muchas de ellas provenientes del inglés. Entre ellas, FYI: for your information , “para tu información”; TKS: thanks , “gracias” y LOL: laughing out loud , “riendo a carcajadas”.

Y si de risas se trata, para las comunicaciones instantáneas la obra descubre un mundo lleno de finos matices: “Un simple ja equivaldría a una risa sardónica o irónica que no denota alegría; un jaja , a una risa sincera; y un jajaja a una carcajada. Jejeje es una sonrisa cómplice; jojojo , una risa socarrona; y jijiji , una risilla traviesa o contenida”.

El trabajo de Fundéu se extiende por más de 500 páginas y está dividido en dos partes: una dedicada al uso cotidiano del idioma y otra, al profesional.

Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras y docente de la Universidad Austral, fue categórico ante la consulta de Clarín . “¡Bien por la Fundéu! –escribió el experto en un e-mail–. Acaba de dar un paso firme y oportuno en un terreno espinoso (lleno de puntas irritativas) y peliagudo. Con este manual, Escribir en internet..., ha sendereado en un ámbito de escritura que para unos era un tembladeral, lleno de imprecisiones y tanteos, y, para otros, campo de invenciones antojadizas y extraviadas”.

Barcia cree que el manual reúne reflexiones de entendidos que sitúan y orientan los temas hacia su solución y propone, a la vez, una articulada serie de principios y salidas inteligentes que facilitan la tarea de la escritura en los nuevos medios. “Teníamos algunas excelentes antologías de modelos de tuits, varios micromanuales de estilo, y otras especies que aportaron lo suyo a esta cuestión disputada. Ahora Fundéu nos brinda esta obra orgánica y esclarecedora, que ya es un hito”, señala Barcia.

Por su parte, la lingüista María Marta García Negroni, investigadora del Conicet y docente de la UBA y de la Universidad de San Andrés, le dijo a Clarín que el manual es un trabajo auspicioso. “Al dedicarse a la comunicación que se da en el chat y en los mensajes instantáneos, que no es diferida (como lo es la escrita tradicional) ni oral, el trabajo de Fundéu cubre un espacio hasta ahora vacío”, señaló García Negroni.

Además, a la especialista le parece interesante el registro que el manual hace de los recursos marcadores del discurso oral (por ejemplo, el de escribir todo en mayúsculas para transmitir que se está gritando).
Cuando se la consulta sobre la premisa que indica que puede renunciarse a normativas clásicas del lenguaje escrito mientras el mensaje se transmita con eficacia, García Negroni pone reparos.

Lo acepta para contextos como el chat o Twitter, pero no para otros como el correo electrónico, que ofrece todos los recursos para una escritura correcta. “Y las faltas de ortografía, siempre, aún en un SMS, hablan de la poca formación del emisor del mensaje”, señala.

El manual de Fundéu –editado por Galaxia Gutenberg– recoge estudios y consejos de más de cuarenta expertos , sobre ortografía y gramática en los nuevos medios digitales. Pero también va más allá y da sugerencias para ser cortés y para comunicarse de modo efectivo en Internet.

También abarca criterios de buen diseño, la redacción para blogs y claves para que los textos sean detectados fácilmente por los buscadores de la Web.

Mario Tascón, director del proyecto, contó que para la redacción del manual se pidió ayuda a muchos expertos, se recopilaron grandes trabajos dispersos por la propia red y se observaron prácticas de escritura de muchas personas.

La presentación de la obra tuvo lugar en los pasillos y escaleras de la sede de la Real Academia Española, mientras muchos de los presentes enviaban tuits relatando lo que ocurría. fuente

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lunes, 18 de junio de 2012

John Cheever, el “Chéjov americano”.

COLOSAL. Así fue el trabajo que hizo Bailey sobre la vida y la obra de Cheever.

Blake Bailey: “Los académicos no entienden a Cheever”

El 18 de junio se cumplen 30 años de la muerte de John Cheever y aquí, su biógrafo, explica por qué no se enseña en las universidades y devela la intimidad de quien fuera el “Chéjov americano”.

POR Andres Hax


Al final de su vida, el escritor estadounidense John Cheever era uno de los autores más famosos de su país.

Había salido en las tapas de Time y Newsweek, celebrado como el “Chéjov americano” y el “Ovidio de Ossining” (el pueblo donde vivía). Sus cuentos completos, publicados en 1978, ganaron un Pulitzer y fueron un best-séller. Cuando se murió de cáncer en 1982, a los 70 años, fue despedido en la tapa de los diarios. John Updike, hablando en el funeral, lo describió como el “principal fabulista de su generación”. Hoy, Cheever ha caído de ese podio.

Para citar sólo un dato, sus cuentos completos venden menos de 5.000 ejemplares por año en los Estados Unidos. Pero las reputaciones literarias a veces son cíclicas y tal vez ya sea el momento que la estrella de Cheever vuelva a subir.

Y si es así, un factor central en su reevaluación será la monumental biografía de Blake Bailey, John Cheever: una vida que fue publicada en 2009 y que ahora ha aparecido –milagrosamente– en las librerías argentinas en una edición española (Duomo, 2010). De casi 800 páginas, el tomo de Bailey aspira a convertirse en un clásico de la biografía literaria.

Aunque Cheever escribió cinco novelas (todas hacia el fin de su carrera) si perdura en el panteón de la literatura universal –junto a Chéjov y Ovidio– será por un puñado de cuentos situados en los arbolados y luminosos suburbios del nordeste estadounidense de la posguerra.

Como los cuadros de Edward Hopper, los cuentos de Cheever, antes que nada, son celebraciones de luz (en el prólogo de sus cuentos completos, por ejemplo, Cheever dice que los relatos tratan de “un mundo perdido, cuando la ciudad de Nueva York aún estaba llena de luz del río”).

Pero también, como los cuadros de Hopper, la literatura de Cheever muestra la insoportable soledad y angustia de individuos situados en un paisaje que, por sus apariencias, tendría que ser paradisíaco. Todo pareciera estar muy bien. Todo está muy mal.

Y así fue, tal cual –y yendo al grano del asunto– la vida misma de John Cheever: una pesadilla escondida dentro de un idilio. La vida de Cheever, pública y familiar, era una gran simulación.

Para su esposa, hijos, amigos y colegas, John Cheever era un orgulloso burgués de la clase media-alta: un paterfamilias con gustos convencionales y aires semi-aristocráticos que se ganaba la vida dignamente vendiendo cuentos cortos a la revista The New Yorker.

Pero la verdad, ocultada durante toda su vida, es que Cheever era un angustiadísimo bisexual con inabarcables apetitos sexuales. Podía ser cruel, manipulador, egoísta, mezquino y narcisista. No sólo eso: también era un alcohólico in extremis.

De la misma manera que Cheever tuvo una vida oculta, también tuvo una obra oculta: sus diarios íntimos, que en su totalidad abarcan más de 4.300 páginas tipiadas (una selección fue publicada como libro en 1991 y puede conseguirse la traducción al castellano).

Solía escribir esas notas a primera hora de la mañana, desperezándose de la violenta resaca de ginebra, y funcionaban como modo de almacenar impresiones y epifanías que usaría después en su ficción.

También detallaba, en sórdido detalle, la minucia más íntima y escatológica de su vida: por ejemplo sus sesiones masturbatorias y su crónica frustración por el diminuto tamaño de su pene. 

Los tres hijos de Cheever dieron a Blake Bailey acceso completo a los archivos familiares, incluyendo una copia completa de los diarios. De allí comenzó su trabajo que fue complementado por cientos de entrevistas y un colosal trabajo de archivo.

Lo que les convenció a los hijos de Cheever de que Bailey era la persona indicada para la tarea fue su primera biografía sobre Richard Yates, otro escritor de los trágicos suburbios alcohólicos de la posguerra estadounidense.

Vale la pena mencionar que Cheever, una vida obtuvo el premio Francis Parkman en 2010. Poco conocido pero muy prestigioso, a este Premio lo entrega la Sociedad de Historiadores Americanos desde 1958. Resulta notable ya que el premio se otorga por distinción literaria en la escritura histórica.

Es decir, la obra de Bailey fue considerada el mejor trabajo –y el mejor escritor– sobre un tema histórico publicado durante 2009. Nunca hasta ahora lo había recibido una biografía literaria. Sobre este libro habló Bailey por teléfono desde Virginia, donde enseña escritura creativa.

-¿Los diarios de Cheever se pueden considerar como una de las grandes obras de la literatura estadounidense del siglo XX?

-Hay personas que dicen que son lo mejor que escribió. No estoy de acuerdo con eso, pero creo que es un documento asombroso, por una variedad de razones. Me parece asombroso que Cheever, aún cuando estaba escribiendo con su mano izquierda –y de esa manera entraba en calor por las mañanas para luego continuar con su escritura de prosa– pareciera escribir sin esfuerzo alguno.

-¿Y cómo es la persona que uno conoce a través de los diarios?

-Cheever fue un hombre sin amigos íntimos. Su persona pública es una fachada completamente construida. Es un tipo muy encantador y es muy popular entre sus vecinos en Westchester. Pero nadie sabía quién era. Y él no podía hablar con nadie. No podía hablar tampoco con su familia. No tenía amigos íntimos, salvo unos rusos que conoció en un viaje de una o dos semanas. Entonces lo mete todo en sus diarios.

El lector puede ver unas cosas bien bizarras que suceden sobre la página. Un hombre cuyo ser está totalmente en conflicto con su imagen pública. Y en gran parte, no podía ser más misántropo y oscuro. Pero al mismo tiempo está luchando con eso. Es una dialéctica que tiene consigo mismo. Y en los diarios hay un laboratorio para sus ficciones. Continuamente sus diarios se van convirtiendo en textos de ficción.

-La relación de Cheever con The New Yorker fue bastante complicada. Sentía, con el pasar de los años, resentimiento por las restricciones de esa revista. ¿Pero no era, en realidad, el formato ideal para su talento?

-Por un lado, escribir para The New Yorker le impuso una disciplina a Cheever. Especialmente el New Yorker de los años 30 y de los 40. De la camada de Irwin Shaw, por ejemplo... Eso de escribir como Chéjov, de escribir diálogo elíptico donde nada se refiere al punto central del cuento. Eso de no escribir un principio, medio y final tradicional sino tomar un momento específico, un detalle de la vida y dejarlo resonar.

Pero Cheever evolucionó de ese modelo. Cuando por frustración se salía de ese formato escribió sus mejores cuentos, como “Goodbye My Brother” o “The Country Husband”. Y siempre le sorprendía cuando The New Yorker aceptaba esos cuentos. Porque estaba luchando contra las restricciones del género.

Finalmente, cuando comenzó a hacer cosas realmente extrañas y surreales, ya en ese momento rechazaron su trabajo en The New Yorker. Pero ya a esa altura Cheever pudo tener la última palabra porque era lo suficientemente famoso como para vender su trabajo a otras revistas.

-¿Cuál es la función principal de una biografía literaria?

-El desafío principal es mantener un equilibrio entre la narración y las exposiciones críticas sobre las obras. Obviamente, uno está escribiendo sobre un escritor y tiene que hacerle justicia a sus logros. Pero no quieres ser tedioso. Quieres que el lector sienta tanto entusiasmo por el trabajo como sientes vos mismo.

Es un acto de equilibrio. Por ejemplo, la novela Bullet Park tiene un montón de cosas interesantes, pero a fin de cuentas creo que es un fracaso artístico. Entonces tuve que explicar, en un nivel de detalle bastante agonizante, por qué Bullet Park no funciona como literatura. En ese momento sentía que estaba siendo tedioso.

Pero al mismo tiempo sentía la obligación de hacerle justicia a Cheever y explicar lo que estaba intentando lograr y las razones de ese fracaso. Y tuve que explayarme bastante. Pero en general este aspecto crítico tiene que estar proporcionado con la narrativa de la vida del autor. La regla número uno sería entonces: no aburrir al lector.

-Cuando escribe una biografía, ¿la piensa literariamente? ¿Trabaja mucho la prosa y la estructura de sus libros?

-No hay nada en lo que trabajo más que en la estructura de mis libros. Esa es la razón por la cual trabajo con tanto cuidado mis apuntes, llegando a redactarlos en párrafos terminados. Hago un diagrama más amplio del arco narrativo, pero también tengo un diseño que baja hasta el nivel de página por página.

Entonces, sí, pienso muy conscientemente en términos de estructura narrativa. Es el imperativo más importante para mí. Y en cuanto a la prosa, a riesgo de sonar un tanto repugnante, creo que tengo la fortuna de ser un buen escritor.

-¿Cuál es su opinión sobre el alcoholismo de los escritores estadounidenses y, en particular, de Cheever?
-Bueno, mi último libro, que ya está en imprenta, es una biografía de Charles Jackson, un escritor olvidado que escribió la novela The Lost Weekend, que es, en mi opinión, el retrato definitivo de un alcohólico...

-Se está convirtiendo en un especialista sobre el tema.
-Sí, ¡lo soy! Pero en cuanto a por qué los escritores americanos beben tanto hay muchas razones. Una es que existe ese deseo melancólico por parte de cualquier persona –más allá de su nacionalidad o su cultura– de pertenecer, de ser amado. Y creo que hay una sensación aguda especial de alienación por parte del artista americano.

Porque, por un lado, existe este ideal de masculinidad americana que es muy difícil de lograr. Y por otro lado está esa sensación de que el artista es un ser delicado y que el artista ha fracasado en la única meta que importa, que es el éxito material.

Existe la idea de que el artista es una persona que se queja, un llorón, y que no se enfrenta con la vida como le corresponde a un americano exitoso, y eso significaría ser próspero materialmente. Cheever sentía esto agudamente y se resistía con mucha amargura a este imperativo terrible de aparentar ser feliz todo el tiempo. Especialmente en los suburbios de la posguerra.

Allí eras sospechoso, un freak, un mal adaptado si permitías que se supiera que estabas descontento. Porque si no eras feliz, entonces eras un fracaso. Y si eras un fracaso, estabas terminado.

-Su libro está lleno de breves retratos de escritores que en su momento eran muy exitosos y ahora son completamente desconocidos. Al hacer esta biografía, ¿cuánto aprendió sobre cómo se construyen las reputaciones literarias?

-Bueno, en un momento yo quise escribir un libro sobre los fracasos literarios. Porque una y otra vez me encontraba con tipos como el colega de Cheever en Yaddo, Flannery Lewis –alguien que se cayó completamente del mapa: escribió tres libros y desapareció.

Ni siquiera lo puedes googlear. Es como si nunca hubiera existido. Pero en cuanto a la reputación literaria y qué lo perpetúa, hay muchos factores. Creo que, al fin, lo determinante es si el trabajo en sí mismo merece sobrevivir. Cheever ha sufrido unos enormes golpes. En 1979 hubo una encuesta realizada por el diario Philadelphia Enquirer sobre quién era el escritor vivo que sería leído, con más probabilidad, por futuras generaciones.

Y Cheever estaba tercero, detrás de Saul Bellow y John Updike. ¿Y ahora? ¡Ahora no estaría ni en los primeros veinte! Eso es muy raro, porque Cheever tuvo un gran éxito popular. La edición de sus cuentos completos, publicados en 1978, se convirtió en best-séller y estaba en la casa de cualquier persona más o menos lectora. Entonces, tuvo un gran público.

-¿Ahora dónde están?

-La explicación más fácil de esto es que no se enseña en las universidades. Y la razón por la cual no es enseñado en las universidades es por la condescendencia académica. Ellos, equivocadamente, consideran a Cheever como un autor “popular”.

-¿Ellos dirían que sus cuentos no tienen la sustancia como para merecer una tesis doctoral?

-Sí, pero ningún escritor de ficción que vale estaría de acuerdo con eso. Los escritores de ficción saben que Cheever es un genio superlativo. Los académicos suelen ser filisteos. No entienden a Cheever. Y las reputaciones son perpetuadas, principalmente, en las aulas.

-Yo sé que usted intentó ser novelista. ¿Le atormentan las novelas que no ha escrito?

-Un poco, un poco. Pero llegué a un punto en el cual siento enorme orgullo por las biografías que pude escribir. Estoy contento con lo que he logrado.

Y, seamos francos, no soy tan bueno escribiendo ficción como lo soy escribiendo estas otras cosas. Pero no es una cosa menor descubrir tu nicho, de encontrar algo que puedes hacer muy bien. Entonces, estoy contento de haber encontrado eso.Fuente

MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/literatura/index.html