jueves, 23 de febrero de 2012

La Neutralidad de la Red (Interesante Libro)

La neutralidad de la Red, Jose Alcántara

La neutralidad de la Red

Y por qué es una pésima idea acabar con ella


1. La Internet que conocemos

La irrupción de las tecnologías digitales en nuestra sociedad brinda una serie de posibilidades de desarrollo que hacen palidecer, por su profundidad y sus implicaciones, a la transformación acontecida como consecuencia de la invención del telégrafo.

Esa afirmación no es arriesgada, pese a que lo parezca. Si el telégrafo hizo emerger los grandes bloques internacionales que evolucionaron y se desarrollaron hasta la estructurada política de bloques de la guerra fría, las nuevas telecomunicaciones digitales conllevan la sincronización de agenda pública no sólo entre determinados países que den lugar a un bloque, sino a escala global.

Se da lugar así a un mundo en que se reacciona, más que nunca, de forma instantánea a los grandes eventos que tienen lugar en cualquier remoto lugar del planeta.

Pero mucho más allá de la mera superación de la política de bloques de naciones para dar paso a un mundo en que la instantaneidad de las comunicaciones iguala y crea una agenda pública global, la Internet tal y como la hemos visto crecer y desarrollarse desde un espacio marginal ocupado por hackers y soñadores a finales de la década de 1980 capaces de declarar la independencia del Ciberespacio,1.1 hasta llegar a ser en 2010 una matriz en la que se encuentran embebidas las comunicaciones de millones de personas.

Aunque, mucho más allá de eso, ve cómo en mitad de la mayor crisis económica acaecida desde los años treinta del s. XX se vuelven hacia ella cada vez más ojos en búsqueda de soluciones, de unas aspiraciones de crecimiento económico desde dentro y desde fuera sectores de la economía que la ignoraron durante años.

No cabe, por tanto, minusvalorar la importancia que las nuevas tecnologías de la comunicación, cristalizadas en Internet, tienen para el devenir del mundo tal y como lo conocemos.

El mundo en el que vivamos dentro de diez años será el reflejo del uso, extensión y desarrollo que hagamos de estas tecnologías. En ese sentido, vale la pena detenerse a observar qué características tiene Internet que la hayan ayudado a convertirse en lo que es, para ser más conscientes de qué se puede mejorar en la Red y, sobre todo, de qué podemos perder si permitimos que sucesivas modificaciones de su estructura modifiquen drásticamente el modo en que funciona.

Para acometer esta tarea resulta muy valioso analizar cómo ha funcionado Internet desde el día en que fue diseñada hasta ahora, deteniéndonos en sus principios rectores -y siendo el de la neutralidad de la Red el mayor de ellos-, pasando por las consecuencias directas que nacen de tener como principios rectores ésos y no otros -y siendo su estructura distribuida la más destacada-, para llegar a ver qué se esconde tras el discurso que aboga por una ruptura con la tradición de Internet y las consecuencias prácticas e inmediatas que, para todos nosotros, tendría la adopción de una reforma que destruya el modo en que se concibió la Red.

Que destruya aquello que la ha convertido en la herramienta a la que recurrimos cada vez más para informarnos, comunicarnos y, de forma creciente, desarrollar nuestra actividad económica. Este viaje es el que vamos a realizar a lo largo éste y los siguientes capítulos.

La Red neutra

Existe una gran ambigüedad en torno a qué se afirma cuando se dice que la Red es neutra, qué implica y qué se requiere para que se mantenga este carácter neutro: para que se defienda la neutralidad de la Red. Por ello resulta de gran interés aclarar, para que se disipe toda duda, qué es y qué representa exactamente la neutralidad de la Red. De qué profundidad es la huella que deja en Internet, al permitirle ser ese tejido en el que todo se desarrolle.

Neutralidad, el principio rector

La neutralidad de la Red es no la columna vertebral sino la médula espinal que mantiene a Internet como lo que es; no es el esqueleto sino el sistema nervioso que mantiene viva y alerta, capaz de emitir respuestas, a la Red.

Que Internet sea una red neutra equivale a afirmar que en Internet nadie puede privilegiar ni bloquear una conexión entre dos nodos cualquiera de la Red. De este modo, una vez tengo acceso a Internet -lo cual conlleva generalmente el pago de la tarifa convenida con un Operador que preste servicios de acceso a la misma- nada ni nadie, ni siquiera -y especialmente- el operador con el que tengo contratado mi acceso a Internet puede impedirme que conecte con un nodo cualquiera.

Esto significa que, además del carácter distribuido de Internet sobre el que volveremos en profundidad en el próximo capítulo y que dificulta mucho las labores de censura y control de la información, existe un factor más que vela para que nadie ni nada en Internet tenga el poder de ejercer un bloqueo que restrinja la libre interconexión, información y comunicación de los usuarios.

Este factor no es sino el carácter neutro de la Red y emana de algo tan sencillo, y breve de explicar, como que un bit -la únidad básica de información en la era digital- es siempre, y únicamente, un bit. Sin importar el todo, sin importar para nada la pieza mayor de información -mensaje, noticia, obra cultural o de ocio- de la cual el bit forma parte, un bit es siempre un bit y, tomado de forma independiente, resulta indistinguible de cualquier otro.

Esta noción tan básica es la que justifica la imposibilidad, sin atentar contra nuestra lógica ni contra todo lo que atendemos como razonable, de querer tratar de forma diferente el tráfico de datos en Internet en función del tipo de mensaje que se transporta o en función de cuál es el servidor que te ofrece esos datos.

Esta noción tan básica es la que nos ayuda a entender porqué la neutralidad es algo consustancial a la Red y porqué, más allá de toda excusa, su eliminación obedece únicamente al deseo de crear escasez artificial, cuando en la Red opera la lógica de la abundancia -como veremos en el próximo capítulo- en un determinado producto.

Crear escasez artificial de un producto en base a manipulaciones para encarecerlo, para tener más control sobre un mercado con el fin de que sea menos mercado real, para seguir jugando en la era y el entorno digital con unas reglas propias de una época y un medio ahora anacrónicos que permitan dar lugar a un futuro afortunadamente ucrónico.

Un futuro en el que la Red y todas las nuevas oportunidades que nos brinda, desde nuevas vías de aprendizaje y comunicación a la emancipación y la internacionalización de la pequeña y mediana empresa cuyo acceso a mercados remotos depende de que la Red siga siendo neutra como hasta ahora, no existan ni hubieran existido nunca.

Es muy importante resaltar que la neutralidad de la Red no hace referencia en ningún caso, al coste ni del acceso a la misma, ni al coste de los servicios que se pueda hacer uso en ella.

Contra toda falacia que desde sectores interesados se pueda lanzar al viento, la neutralidad de la Red hace referencia tan sólo al carácter indistinguible de los bits, esas unidades mínimas de información digital, y al hecho de que toda limitación artificial al modo en que estos bits fluyen atendiendo a criterios espurios representa un atentado contra la razón y contra el bien general, que se beneficia mucho más de una Red libre en la que la presencia de más y más personas es un acicate a la participación y a la innovación.

Así, la defensa de la neutralidad de la Red se presenta no como una opción sino como la única puerta válida para los que sabemos que Internet tiene el potencial de transformar el modo en que se organiza la sociedad, dando origen a un mundo mucho más humano y cercano, en el que las personas se vean más desarrolladas y más representadas, que el que se construyó en torno a bloques con la revolución industrial y los sistemas de comunicaciones del s. XIX como el telégrafo.

Para los que creemos que Internet es mucho más que una nueva jukebox digital, para los que creemos que Internet es una herramienta destinada a transformar el mundo de forma que emerja un mundo nuevo que sea mucho mejor, más justo y meritocrático, defender la Red tal y como la hemos conocido desde sus inicios, y ello implica defender la existencia de una red neutra en la que no sea posible la priorización ni el bloqueo arbitrario de conexiones, es mucho más que una opción.

Cuando se tiene el compromiso de defender el mundo que conocemos para que sea tan libre como pueda llegar a ser, tan rico como pueda llegar a ser y tan justo como pueda llegar a ser, defender una red neutra es el único camino.

Neutralidad: libertades y diversidad

Por todo lo anterior, la neutralidad de la Red es la garante de todas las libertades que tenemos en Internet. Aunque aún existen personas que se empeñan en diferenciar las libertades existentes en la Red como algo diferente a nuestras libertades, eso es una falacia. ....

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