lunes, 7 de febrero de 2011

¿Es racional la desidia colectiva?...

¿Es racional la desidia colectiva? ¿El neoliberalismo es una utopía?

La teoría económica neoliberal nos dice que los mercados libres son racionales porque se autoregulan y asignan recursos de forma eficiente. Sin embargo, podemos apreciar la inestabilidad del sistema en la actual crisis financiera y económica mundial. Todos podemos verificar que, a través de los datos de los organismos internacionales, las tasas de recolección de los recurnos naturales renovables es superior a su capacidad de regeneración y que la emisión de residuos contaminantes es superior a las capacidades naturales de absorción por los ecosistemas donde se emiten los residuos. Ciertamente hay una contínua pérdida de capital natural, es decir riqueza.

¿No será cierto que los mercados libres en realidad no existen? ¿No será cierto que los mercados no son eficientes en la asignación de recursos y distribución equitativa de la riqueza?, y la pregunta más importante: ¿El neoliberalismo es, en realidad, una utopía conceptual al igual que el comunismo?
Sobre comportamientos racionales e irracionales nos habla en esta ocasión Fernando Arribas.

¿Por qué razón las sociedades contemporáneas son incapaces de actuar ante los problemas ambientales?

Las dificultades asociadas al dilema se comprenden mejor atendiendo a lo que Jaret Diamond nos dice acerca de las situaciones de desidia colectiva. Entre ellas, encontramos un tipo de conducta aparentemente paradójica: comportamientos racionales orientados a maximizar el beneficio individual pero que, al mismo tiempo, producen resultados irracionales desde el punto de vista colectivo.

¿Es racional la desidia colectiva?
Los problemas ambientale muestran que en la economía globalizada de nuestros días, dominada por grandes corporaciones y movimientos especulativos a escala planetaria, la privatización de los bienes de libre acceso resulta contraproducente, ya que la exigencia de beneficio creciente impuesta por el sistema económico sobre sus actores favorece fórmulas de propiedad que, aun cumpliendo con los requisitos de la racionalidad estratégica, contribuyen a la creación de un escenario colectivo absolutamente irracional desde el punto de vista de la racionalidad ecológica.

Otro tanto puede suceder con las propuestas que fían la salida de la crisis al control por parte del Estado convirtiendo a éste en gestor directo de los bienes de libre acceso. En primer lugar, el control estatal exigiría un aumento de los costes de vigilancia difícilmente asumible para muchos Estados. En segundo lugar, la necesaria expansión burocrática traería consigo efectos indeseados, como un aumento de la corrupción, aunque este problema también afectaría a los Estados que han emprendido medidas privatizadoras. En tercer luga se trata de que los propios Estados se encuentran a su vez inmersos en un proceso competitivo en el que cada uno de ellos ha de luchar por garantizar a las empresas un acceso privilegiado a los recursos así como eludir los costes de mantenimiento y conservación.



Una vía para esquivar el dilema: los regímenes de propiedad comunal
Los regímenes de propiedad comunal están gobernados por normas ancestrales creadas para evitar el agotamiento del recurso en épocas de escasez o de crisis. Regidos por principios de suficiencia y no por la lógica de la maximización del beneficio, promueven entre sus usuarios la contención en lugar de la competitividad y el compromiso con el interés general en vez de la elusión de responsabilidades hacia la comunidad. En definitiva, los regímenes de propiedad comunal podrían ser coherentes con una concepción de la racionalidad que nos permita superar las paradojas a las que nos enfrentamos cuando abordamos problemas ecológicos, puesto que en su seno los actores conciben su interés individual desde una perspectiva más amplia.

Así pues, la cuestión crucial que debemos tratar de responder es la siguiente: ¿podemos crear un régimen de propiedad comunal a escala planetaria que regule la explotación de la atmósfera terrestre y de otros bienes de libre acceso?

Aunque esto parezca una tarea titánica, ciertamente es la única salida viable y, seguramente, la alternativa más racional. Es decir, sabemos al menos que debemos intentarlo si queremos actuar como agentes racionales y, a la vez, como agentes morales. Por así decirlo, los diferentes agentes –individuos consumidores, empresas y Estados– deberían integrarse en un régimen de propiedad comunal global que establezca políticamente, a partir de convicciones éticas y de una concepción más igualitaria de la justicia ambiental, los límites de sus acciones.

Fuente: Cuadernos de Sostenibilidad y Patrimonio Natural 19/2010 Fundación Banco Santander. “Los límites de la racionalidad estratégica ante los problemas ecológicos” , Fernando Arribas, Profesor del Departamento de Historia e Instituciones Económicas y Filosofía Moral, Universidad Rey Juan Carlos.
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EL RINCÓN DEL FISGONEO
El Personaje
John Paulson logra un sueldo record de 5.000 millones. El gestor de “hegde fund” John Paulson, que se benefició de las hipotecas 'subprime', ganó 5.000 millones de dólares en 2010, la cifra más alta en la historia.
Fuente: Diario Público, 29 de enero de 2011, España.


El tahúr de la miseria

El boom inmobiliario convirtió Wall Street en un casino, en el que los productos exóticos apoyados en hipotecas se usaban como moneda de cambio. Pero en la primavera de 2006 eran pocos los gestores de fondos que iban a contracorriente. Uno de ellos era John Paulson. Creyó que la burbuja estallaría y arrastraría a los activos hipotecarios. Gracias a sus apuestas arriesgadas, ganó 8.000 millones entre 2007, 2008 y 2009.
Fuente: ww.elpais.com. “El tahúr de la miseria”, Sandro Pozzi, Nueva York 18-04-2010.

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