jueves, 17 de febrero de 2011

ARTE: AL MAESTRO CON CARIÑO...




PINTOR ARGENTINO
Demetrio Urruchúa




Son múltiples las facetas que construyen la personalidad del Maestro Demetrio Urruchúa y consolidan un edificio artístico tan sólido como lo es su pintura. Un fuerte contenido social, realizado con una síntesis monumental y cuyo centro esencial es el Hombre.

En él confluyen tres pilares que dan solvencia a la obra del Pintor: una vocación inalterable, un compromiso sincero con los acontecimientos históricos de los que ha sido contemporáneo y una fértil convocatoria como docente.


Como bien dice Cirlot, la producción psicológica de símbolos es mayor cuanto lo es la doble presión - instinto y represión - que experimenta el sujeto frente al objeto inquietante y amenazador que acicatea al ser.


Demetrio Urruchúa nació en 1902, en la Estancia «La Blanquita» en los pagos de Pehuajó.


De padre vasco y madre asturiana, heredó la integridad y reciedumbre de la raza ibérica, rasgo que se ve en su producción artística. Fue un maestro impar y un pintor de compromiso, además de formar parte del Muralismo, que se llevó a cabo en Argentina, en la mitad del Siglo XX. Con cariño, le llamaban «Vasco» sus alumnos, colegas y amigos.


Demetrio Urruchúa se abrió paso en cada disciplina plástica, según su estado emocional, como artista sensible, pasa de la monocromía al despliegue de tintas multicolores y brillantes, o hacia una penumbra de sombras para expresar la sordidez de las guerras, donde aflora el drama, donde se agazapa lo tétrico y lo mágico. Fue capaz de abordar tanto lo terrenal como lo eterno, pero siempre en busca de esencialidad.


En 1924 tiene una experiencia en París. Allí coincide con el escultor José Fioravanti, los recursos son exiguos y el viaje es breve, mas igual visita talleres, galerías y museos, hasta que el último cobre se lo permite. Tiene apenas veintidós años y una enérgica obra por desarrollar.


Como docente, el calibre de sus alumnos marca la grandeza del maestro, quien desestimó el arte académico y supo desarrollar un aprendizaje que buceaba en la interioridad del ser, en las raíces del hombre y desde allí iniciar un lenguaje, una voz propia y libérrima.

Desechó todos los ismos y los ecos engañosos de la moda efímera, apuntó al ser de carne y hueso, al hombre que lucha, labora, sufre y ama. Indicó a sus queridos alumnos el incierto y laborioso sendero hacia la libertad creadora. Se puede decir sin dudar que Urruchúa fue ético y estético.


Esta singularidad también se aprecia en una serie de dibujos y grabados sin fechar que recuerdan a Millet y al apasionado Vincent Van Gogh. En ellos aparece el sembrador bíblico esparciendo al vacío las simientes en un acto de fe.


Demetrio Urruchúa tenía su conocido Taller de Arte en la calle Carlos Calvo al 1700. Sus alumnos fueron artistas como Carlos Gorriarena, Hugo Monzón, Oscar Anadón, Héctor Tessarolo, Bernardo Di Vruno (maestro de quien escribe), Ernesto Manili, Salvador Benjuya y Mario Ludueña, entre otros.


Él fue quien dijo: «Pintar es como amar y los elementos racionales condicionan el impulso creativo».

Obra de la Colección de La Guerra Civil Española (1935-1945)

Por genética, estética e historia, la Guerra Civil Española conmueve la sensibilidad del artista y despierta su estatura humana y social. Son los años de 1936-1939, los que marcan una herida abierta que divide a España en dos mitades enfrentadas, para ser la antesala de la Segunda Guerra Mundial.

Las series que de estos temas realiza Urruchúa han de significar un elocuente testimonio.


Su lúcido pincel señala horizontes robados y esperanzas clausuradas, visualiza esa circularidad histórica y dolorosa, instalada en la humanidad.

Todos estos pensamientos los vuelca en «Memorias de un Pintor» editado en 1971, en colaboración con sus alumnos más destacados. Es un verdadero testamento de la vida y obra del maestro.


En 1934 la visita a Buenos Aires del muralista Alfaro David Siqueiros enciende al joven y apasionado pintor. Con el tiempo, junto a Spilimbergo, Castagnino, Berni y Colmeiro han de pintar las cúpulas de las Galerías Pacifico, bajo la tutela edilicia de los Arquitectos Aslan y Ezcurra en 1946 y da nacimiento al «Taller de Arte Mural», donde se orienta una expresión artística que salga del encierro acotado de los Museos y tenga mayor visibilidad en el pueblo.


Sin duda Demetrio Urruchúa es un pintor Social, como lo fue Ernesto de la Cárcova, Pío Collivadino, Facio Hebecquer o Eduardo Sívori, quizás estos últimos, con una mirada más local, más Nacional, pero que en definitiva abrevan en la universalidad del hombre, en su unidad esencial.


La temática del maestro se fijó en los ineludibles acontecimientos bélicos del Siglo XX y en las luchas obreras que acontecen en Argentina.


En el año 1967, y siempre con sus queridos alumnos, le realizan una Exposición Homenaje, en la emblemática «Asociación Estímulo de Bellas Artes». Allí están todos. Es una muestra inolvidable, que Bernardo Di Vruno describió de infinitas formas, allí estaba el maestro Demetrio Urruchúa, el pintor comprometido y visceral y las consecuencias de toda una vida de trabajo.

MAS INFO: http://buenasiembra.com.ar/arte/articulos/demetrio-urruchua-448.html


http://demetriourruchuaelmaestro.blogspot.com/

Colaboración Francisco Hernández
creartefh@hotmail.com

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