
Leonardo Boff
ALAI AMLATINA, 06/05/2011.-  Se necesitaría ser enemigo de sí mismo y  contrario a los valores humanitarios mínimos para aprobar el nefasto  crimen del terrorismo de Al Qaeda del 11 de septiembre de 2001 en Nueva  York. Pero resulta de todo punto inaceptable que un Estado, el más  poderoso del mundo en el terreno militar, para responder al terrorismo  se haya transformado él mismo en un Estado terrorista. 
Fue lo que hizo  Bush, limitando la democracia y suspendiendo la vigencia incondicional  de algunos derechos, que eran orgullo del país. Hizo más: dirigió dos  guerras, contra Afganistán y contra Irak -donde devastó una de las  culturas más antiguas de la humanidad-, en las que han muerto más de  cien mil personas y ha habido más de un millón de desplazados.
Cabe repetir la pregunta que a casi nadie interesa plantear: ¿por qué se  produjeron tales actos terroristas? 
El obispo Robret Bowman de  Melbourne Beach de Florida, que fue anteriormente piloto de cazas  militares durante la guerra de Vietnam, respondió, claramente, en el  National Catholic Reporter, en una carta abierta al Presidente: «Somos  el punto de mira de los terroristas porque, en buena parte del mundo  nuestro Gobierno defiende la dictadura, la esclavitud y la explotación  humana. Somos el blanco de los terroristas porque nos odian. Y nos odian  porque nuestro Gobierno hace cosas odiosas».
No otra cosa dijo Richard Clarke, responsable contra el terrorismo de la  Casa Blanca en una entrevista a Jorge Pontual emitida por la cadena  Globonews el 28/02/2010 y repetida el 03/05/2011. Había advertido a la  CIA y al Presidente Bush que un ataque de Al Qaeda era inminente en  Nueva York. No le dieron oídos. Enseguida ocurrió, lo que le llenó de  rabia. 
Esa rabia aumentó contra el Gobierno cuando vio que con mentiras y  falsedades, Bush, por pura voluntad imperial de mantener la hegemonía  mundial, decretó una guerra contra Irak que no tenía conexión ninguna  con el 11 de septiembre. La rabia llegó a un punto tal que, por salud y  decencia, dimitió de su cargo.
Más contundente fue Chalmers Johnson, uno de los principales analistas  de la CIA, también en una entrevista al mismo periodista, el día 2 de  mayo del corriente año. Conoció por dentro los maleficios que las más de  800 bases militares norteamericanas producen, distribuidas por todo el  mundo, pues suscitan la rabia y la revuelta en las poblaciones, caldo de  cultivo para el terrorismo. 
Cita el libro de Eduardo Galeano «Las venas  abiertas de América Latina» para ilustrar las barbaridades que los  órganos de inteligencia norteamericanos cometieron por aquí. 
Denuncia el  carácter imperial de los Gobiernos, fundado en el uso de la  inteligencia que recomienda golpes de Estado, organiza el asesinato de  líderes y enseña a torturar. En protesta, dimitió y se hizo profesor de  historia en la Universidad de California. 
Escribió tres tomos,  «Blowback» (venganza), en los que preveía, con pocos meses de  anticipación, los actos de venganza contra la prepotencia estadounidense  en el mundo. Ha sido tenido como el profeta del 11 de septiembre.
Éste es el telón de fondo sobre el que entender la actual situación que culminó con la ejecución criminal de Osama Bin Laden.
Los órganos de inteligencia estadounidense son unos fracasados. Por diez  años consecutivos han barrido el mundo para cazar a Bin Laden. Nada  consiguieron. Sólo usando un método inmoral, la tortura de un mensajero  de Bin Laden, han conseguido llegar a su escondite. Por tanto, no han  tenido mérito propio alguno.
En esa caza todo está bajo el signo de la inmoralidad, la vergüenza y el  crimen. En primer lugar, el Presidente Barak Obama, como si fuese un  «dios» ha determinado la ejecución/matanza de Bin Laden. 
Eso va contra  el principio ético universal de «no matar» y de los acuerdos  internacionales que prescriben la prisión, el juicio y el castigo del  acusado. Así se hizo con Hussein de Irak, con los criminales nazis de  Nürenberg, con Eichman en Israel y con otros acusados.
Con Bin Laden se  ha preferido la ejecución intencionada, un crimen por el cual Barak  Obama deberá responder algún día. 
Por otra parte, se ha invadido el  territorio de Pakistán, sin ningún aviso previo de la operación. A  continuación se secuestrado el cadáver y lo han lanzado al mar, crimen  contra la piedad familiar, derecho que cada familia tiene de enterrar a  sus muertos, criminales o no, pues por malos que fueren, nunca dejan de  ser humanos.
No se ha hecho justicia. Se ha practicado la venganza, siempre  condenable. «Mía es la venganza» dice el Dios de las Escrituras de las  tres religiones abrahámicas. 
Ahora estaremos bajo el poder de un Emperador sobre quien pesa la acusación de asesinato. Y la necrofilia de las multitudes nos disminuye y nos avergüenza a todos.
Ahora estaremos bajo el poder de un Emperador sobre quien pesa la acusación de asesinato. Y la necrofilia de las multitudes nos disminuye y nos avergüenza a todos.
- Leonardo Boff es teólogo / filósofo y autor de Fundamentalismo, terrorismo , religião e paz, Vozes 2009.
Agencia Latinoamericana de Informacion






