Julian Assange y Wikileaks / Perfil
Tiene 39 años, es australiano, se llama Julian Assange y es el fundador de Wikileaks, un sitio de internet con el que tiene en jaque a Estados Unidos: allí están a la luz pública sus más valiosos secretos de las guerras de Irak y Afganistán. Además, el pasado domingo 28 de noviembre en su site se comenzaron a publicar los cables diplomáticos emitidos por la embajada de E.U. (más información aquí). Todos los medios del planeta hablan de Assange, pero, ¿quién es en realidad el ahora más influyente periodista del mundo?, ¿no le da susto semejante reto?, ¿dónde duerme?, ¿por qué lo hace? La Revista GENTE Colombia se los cuenta en este perfil (artículo publicado en la edición de noviembre de 2010, en circulación)
Por Álvaro Montes / Especial para GENTE
El 12 de julio del 2007 durante una mañana soleada, un helicóptero norteamericano abrió fuego contra unas personas que caminaban tranquilas por una céntrica calle de Bagdad. El piloto se reía mientras relataba a través del radio su hazaña: “¡Vaya. Les di! Ja ja ja”. En ese ataque murieron 18 civiles, dos de ellos empleados de la agencia de noticias Reuters, y fueron gravemente heridos dos niños. Ciudadanos que trataron de auxiliar a los heridos también fueron acribillados con balas de 30 milímetros disparadas desde la nave. El alto mando estadounidense ocultó esta matanza hasta que Julian Assange la reveló en el sitio de internet Wikileaks.
Assange es el activista de moda en el mundo. Sus hazañas son monumentales: volteó el curso de las elecciones en Kenia; desenmascaró la cienciología; cambió la legislación sobre libertad de prensa en Islandia; destapó la verdad de los presos políticos en Guantánamo y reveló las operaciones corruptas de la banca europea. Pero la proeza que le dio fama global fue la publicación de 90 mil documentos secretos sobre la guerra norteamericana en Afganistán, en julio de este año, más la revelación, hace unas semanas en Wikileaks de 400 mil documentos sobre la guerra en Irak. Con esto Assange agregó a su ya notable lista de enemigos, a Estados Unidos.
¿Quién es este hombre pálido y desgarbado, que sin empuñar jamás un arma puso en jaque a la superpotencia? ¿Por qué un joven de inteligencia sobresaliente y prometedor futuro en la academia o la industria informática, lo abandonó todo y emprendió una quijotesca campaña contra la maldad? Brillante estudiante de física y matemáticas, y destacado hacker, Julian Assange es un australiano de 39 años que desde su adolescencia escogió el camino que hoy sigue con una serenidad y fortaleza que asombran: un periodista activista, como él mismo se define, militante furibundo de la “transparencia radical”. Su obsesión es revelar las verdades ocultas, publicar documentos clasificados que esconden toda clase de infamias, y poner al desnudo las atrocidades de los poderosos y de los criminales. Assange asumió con mesianismo su paso por este mundo.
Debido a las constantes amenazas de muerte que recibe y a la larga y pasmosa lista de enemigos –entre los que se destacan carteles de la mafia, las agencias de seguridad de varias naciones, entre ellas las estadounidenses y la banca internacional–, Assange lleva una vida errante y semiclandestina. Pocos conocen su paradero exacto, casi nadie sabe el lugar en donde dormirá esta noche y crece a diario el número de países que se niegan a recibirlo. Su madre cuenta desde Australia que su hijo está perdiendo el cabello debido a la vida azarosa que lleva, combatiendo a los imperios más poderosos de la Tierra.
El hombre de las 37 escuelas
Sin embargo, no se trata de un estereotipado personaje de leyenda. No mira al infinito cuando habla, ni proclama ideas políticas complejas o revolucionarias. Y parece manejar muy bien el enorme peso que lleva a cuestas, pues se presenta puntual a las conferencias internacionales y aparece en televisión en un tono tranquilo y lúcido, que hace olvidar al público lo que le espera una vez salga del estudio y vuelva a la oscuridad de la vida subrepticia. “Los hombres generosos no crean víctimas, sino que cuidan de ellas”, responde cuando le preguntaron por qué hace lo que hace. “Vigilar a los criminales es una forma de proteger a las víctimas”.
Nació en Townsville, Australia, en 1971, y debido al trabajo de sus padres en la industria cinematográfica, llevó de niño una vida tan errabunda como ahora; él mismo afirma que pasó por 37 escuelas y vivió a los 9 años la aventura de fugarse junto con su madre y hermano, de una secta religiosa en la que habían caído prisioneros por culpa de su padrastro. Después vendría la adolescencia y con ella su faceta geek. Julian se enamoró de la tecnología y con esfuerzo autodidacta dominó las complejidades de la programación. Fue el hacker más connotado de Australia y tuvo su bautizo de fuego con la penetración de los sistemas de una empresa telefónica, hazaña por la que pagó algunos días de cárcel, como todo hacker que se respete. “Desde que la mafia rusa se dedicó a saquear las cuentas bancarias de las abuelitas, la palabra hacker ya no suena agradable como en el pasado”, explica cuando pide que no lo califiquen con tal denominación. Como era de esperarse por sus ideas libertarias, Assange es un partidario declarado de Linux y del software libre y contribuyó a la comunidad de desarrolladores con varias piezas de software, entre las que se destaca Stoiber, el primer programa gratuito para escanear puertos, escrito en 1995. Dos años después ayudó a desarrollar un programa de criptografía para que los activistas de derechos humanos protejan su información con mayor seguridad.
“Me gusta aplastar bastardos”
Asombra en quienes le conocen la rara combinación del periodismo y la tecnología en una única pasión: revelar la verdad, según él mismo lo explica. Pasión que lo llevó a abandonar los estudios de física en la Universidad de Melbourne, para fundar en el 2006, el proyecto Wikileaks, para que cualquier ciudadano del planeta pudiera poner allí documentos secretos del tema que fuera. La idea original era que la gente publicara directamente (de allí el nombre wiki, como en wikipedia), pero hoy un equipo de casi 800 periodistas voluntarios revisa minuciosamente cada documento que es recibido, para verificar su autenticidad. Como periodista, Julian Assange es objeto de polémica; para algunos, Wikileaks es una revolución en el periodismo mundial. Allí se han publicado en cuatro años más documentos secretos que en la historia del periodismo, lo cual –en palabras de Assange– indica la pobre tarea que los medios están haciendo. El rigor de Wikileaks es reconocido; la verificación de un documento se realiza enviando periodistas al país de origen para investigar los detalles y corroborar los datos, todo gracias al aporte financiero de varias fundaciones. Pero muchos editores de grandes medios en el mundo tildan a Assange de irresponsable porque al revelar nombres de personajes involucrados en documentos clasificados, pone en riesgo la vida de muchas personas. De hecho, tal fue la acusación de Estados Unidos en su contra, cuando publicó los secretos militares en Afganistán, en donde hay nombres e imágenes de personal militar de la potencia en la región de conflicto.
Assange despierta amores y odios. Se dice que el Pentágono creó un grupo especial de 120 agentes de inteligencia que tendrían la misión de neutralizarlo. “Si Wikileaks no hace lo correcto por los medios legales, utilizaremos cualquier medio”, dijo el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, cuando exigió a Assange que devolviera los documentos militares en su poder. Nada de eso parece asustar a este hombre, obsesionado con liberar el acceso público a la información y traer a la luz las verdades escondidas. “Me gusta aplastar bastardos”, dice. Y, hasta ahora, no existe poder alguno que se lo impida.