Con 12 años ya egresó de la secundaria | ||
Un niño prodigio vivió un tiempo en Bahía Blanca | ||
Kouichi Julián Andrés Cruz (12 años), el niño neuquino que acaba de terminar la escuela secundaria y que seguirá estudiando dos carreras universitarias, vivió un par de años en nuestra ciudad. "A los tres años comenzó a jugar al tenis en una escuelita, con un profesor. Luego, entre los cuatro y los cinco, ganó algunos torneos al ajedrez. Luego jugó al básquet en el club El Nacional de Bahía Blanca, donde vivíamos entonces, y rugby en el Club Argentino de la misma ciudad", puntualizó el papá. Con un promedio superior a los 9 puntos, Kouichi egresó de la secundaria recientemente y ya se prepara rendir los examenes de ingreso en la universidad. "No he leído mucho sobre la vida de los grandes matemáticos, pero me impacta Einstein por cómo logró, por medio de una fórmula, solucionar muchos problemas sobre el universo. Me refiero a la teoría de la relatividad", dijo el niño. Su padre, el médico anestesista Leopoldo Rolando Cruz (48 años), es oriundo de Salta pero Kouchi, en cambio, nació en Neuquén. (Télam) Para el padre no es fácil vivir con un hijo sobresaliente. El padre de Kouichi Julián Andrés Cruz, el niño de 12 años que terminó el secundario y continuará estudiando dos carreras universitarias en Córdoba, reconoció que no es fácil saber qué es lo mejor para un nene que exhibe capacidades intelectuales sobresalientes. "Es un orgullo, por un lado, pero también es un poco complicado. Uno, como padre, no sabe qué hacer con estos niños, porque uno quiere darle lo mejor y, a veces, lo mejor que nosotros creemos no es, necesariamente, lo mejor para él", aseguró el médico Leopoldo Rolando Cruz, de 48 años. Cruz contó que "Kouichi ha tenido ayuda psicopedagógica y ha contado con algunas maestras especializadas en el tema, en Bahía Blanca, donde hemos vivido un tiempo. Eso lo encaminó y le dio lo que a él podía servirle". El médico, que está casado con la farmacéutica Ana María Pérez Lucero, relató que, desde que era muy pequeño, Kouichi se destacaba "por su memoria, ya que todo se le quedaba grabado". "No se le olvidaba nada. Una vez fuimos a hacer compras. El habrá tenido un año y dos meses. Cuando volvimos, repetía Visa, porque era la palabra (el nombre de la tarjeta de crédito) que había leído en una publicidad", rememoró. (Télam) |
miércoles, 1 de diciembre de 2010
Un niño prodigio
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