Juan Alberto Badía. (en homenaje)
El mayor coleccionista sudamericano de los Beatles.
(Germán Adrasti)
El quinto beatle
Fan y especialista Descubrió a los de Liverpool a sus 17 años, y fue el gran difusor de su música en la Argentina.
29.06.2012
Su metejón empezó a los 17 años, en 1964, cuando su amigo Alberto del Priore lo invitó a su casa a escuchar el single de Love Me Do . “Fue casi mágico lo que me pasó, pero recién pude concretar mi amor cuando me recibí de locutor y pasé públicamente temas de ellos. Un par de años después se separaron, es por eso que contribuí a impulsar su música cuando empezó un olvido generalizado”.
En todos sus ciclos radiales y televisivos, Badía incluyó canciones e historias de los Fab Four. Uno de los especiales más recordados fue en 1972, cuando, en el viejo Canal 11, festejó los diez años de la banda: ahí estuvo rodeado de figuras de cartón de John, Paul, George y Ringo en tamaño real. “Estaba muy apasionado con ellos: apenas conocí a unos productores no dudé en proponer ese programa exclusivo. Por suerte la idea pegó”.
Pero también sufrió una gran decepción: a principios de agosto de 1975, anunció a su audiencia en Radio Rivadavia que viajaría a entrevistar a John Lennon. El viaje se concretó, pero el reportaje no: “La entrevista ya estaba concedida, pero me plantó en la puerta del edificio Dakota”, recordaba.
Canalizó esta frustración con dos trabajos artísticos. En 1976, ideó Beatlemanía , un espectáculo que él mismo animó en el teatro Estrellas.
Allí se proyectaban fragmentos de las películas del grupo, fotografías y dibujos, él interactuaba con los músicos que aparecían en la pantalla e invitaba al público a subir al escenario a bailar delante de una escenografía que simulaba ser The Cavern.
Catorce años después, en 1990, publicó la novela El día que John Lennon vino a la Argentina (Editorial Sudamericana), en la que, a lo largo de 196 páginas, narraba un recorrido por Buenos Aires junto con el beatle: se lo encontraba a la salida de la radio y compartía el resto de esa noche y el día siguiente con él.
Lo llevaba a su casa, a unos cuantos bares, a una pizzería en Ramos Mejía, a la Plaza de Mayo, a una casa de baños turcos, a un canal de televisión, y a un estudio donde estaba grabando Luis Alberto Spinetta.
Como buen fanático, en su casa atesoraba todo tipo de souvenirs referentes al grupo, además de, por supuesto, la discografía completa -en CDs, cassettes y vinilos- y una impresionante colección de videos y DVDs. Tenía caricaturas, muñecos, y hasta una esculturita de yeso de la cabeza de John Lennon que le había regalado Rubén Basoalto, baterista de Vox Dei.
Beto Badía tuvo la oportunidad de ver varias veces en vivo a Paul McCartney. La última fue el 10 de noviembre de 2010, en River.
Un día antes, el conductor se había enterado de que padecía un tumor: “Ese día lloré como nunca, los que me acompañaban no entendían por qué tanta emoción: no era la primera vez que yo veía a Paul. Pero yo creía que me estaba despidiendo de todo”. Fuente
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