La Corte de La Haya prohibió la caza de ballenas
El tribunal de la ONU consideró que las matanzas de los balleneros japoneses no tienen una finalidad científica. Los ecologistas celebraron el fallo.
31/03/14
La Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya ordenó a Japón que cese la caza de ballenas en el océano Antártico,
al estimar que Tokio lleva a cabo una actividad comercial haciéndola
pasar por científica. "En la concepción del programa han tenido que ver
consideraciones financieras, más que criterios puramente científicos",
declaró el juez Peter Tomka durante una audiencia en el Palacio de la
Paz de La Haya.
El juez incidió en "la falta de transparencia" del sistema de cuotas japonesas, que según estimó "no son razonables", e hizo valer el reducido número de publicaciones científicas en el marco del programa de investigación japonés JARPA II. "Japón debe revocar todos los permisos, autorizaciones y licencias concedidos en el marco de JARPA II y abstenerse de otorgar cualquier nuevo permiso en virtud de este programa", ordenó.
Tokio dijo rápidamente que respetará la decisión vinculante e inapelable del órgano judicial supremo de Naciones Unidas, manifestando no obstante su "profunda decepción". "En tanto que país que respeta el Estado de derecho (...) y miembro responsable de la comunidad internacional, Japón respetará la decisión de la Corte", dijo a la prensa el jefe de la delegación nipona ante la CIJ, Koji Tsuruoka. La CIJ, creada en 1945 y con sede en La Haya, es el órgano judicial supremo de la ONU. Sus veredictos son vinculantes e inapelables.
Con su veredicto, la Corte le da la razón a Australia, que recurrió a ella en 2010 afirmando que Japón practicaba la caza ballenera con objetivos comerciales, pretextando un programa de investigación científica.
Japón, que alega que la caza de ballenas es una tradición ancestral, sostiene que sus actividades son científicas, pero no oculta que la carne de los cetáceos capturados termina luego en los mercados del archipiélago. Oficialmente, las investigaciones japonesas buscan determinar si es viable la captura comercial, y los ingresos de la venta de carne de ballena sirven en parte para financiar dichas investigaciones.
Según Canberra, Japón capturó más de 10.000 ejemplares entre 1987 y 2009. Oficialmente, Noruega e Islandia son los dos únicos países del mundo que practican la caza comercial de ballenas, gracias a una objeción contra la moratoria de 1986 de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que prohíbe la captura con fines comerciales.
"Esta decisión envía un mensaje claro a los gobiernos de todo el mundo: la explotación de animales no se va a tolerar más, y los animales tienen que ser protegidos al más alto nivel", declaró Claire Bass, de la Sociedad Mundial por la Protección de los Animales (WSPA), tras conocer el veredicto.
Los militantes ecologistas han seguido muy de cerca los debates en la CIJ, después de haber acosado a los buques balleneros en el Antártico para impedirles la caza de cetáceos, provocando a veces incidentes violentos. Los ecologistas estiman que el caso contra Japón en la Corte tiene una importancia capital para la pervivencia de este mamífero.
En abril del año pasado, Japón indicó que el número de ballenas capturadas en el Antártico en la campaña 2012-2013 cayó a su nivel más bajo, a causa precisamente del hostigamiento de los ecologistas.
Fuente: AFP
El juez incidió en "la falta de transparencia" del sistema de cuotas japonesas, que según estimó "no son razonables", e hizo valer el reducido número de publicaciones científicas en el marco del programa de investigación japonés JARPA II. "Japón debe revocar todos los permisos, autorizaciones y licencias concedidos en el marco de JARPA II y abstenerse de otorgar cualquier nuevo permiso en virtud de este programa", ordenó.
Tokio dijo rápidamente que respetará la decisión vinculante e inapelable del órgano judicial supremo de Naciones Unidas, manifestando no obstante su "profunda decepción". "En tanto que país que respeta el Estado de derecho (...) y miembro responsable de la comunidad internacional, Japón respetará la decisión de la Corte", dijo a la prensa el jefe de la delegación nipona ante la CIJ, Koji Tsuruoka. La CIJ, creada en 1945 y con sede en La Haya, es el órgano judicial supremo de la ONU. Sus veredictos son vinculantes e inapelables.
Con su veredicto, la Corte le da la razón a Australia, que recurrió a ella en 2010 afirmando que Japón practicaba la caza ballenera con objetivos comerciales, pretextando un programa de investigación científica.
Japón, que alega que la caza de ballenas es una tradición ancestral, sostiene que sus actividades son científicas, pero no oculta que la carne de los cetáceos capturados termina luego en los mercados del archipiélago. Oficialmente, las investigaciones japonesas buscan determinar si es viable la captura comercial, y los ingresos de la venta de carne de ballena sirven en parte para financiar dichas investigaciones.
Según Canberra, Japón capturó más de 10.000 ejemplares entre 1987 y 2009. Oficialmente, Noruega e Islandia son los dos únicos países del mundo que practican la caza comercial de ballenas, gracias a una objeción contra la moratoria de 1986 de la Comisión Ballenera Internacional (CBI), que prohíbe la captura con fines comerciales.
"Esta decisión envía un mensaje claro a los gobiernos de todo el mundo: la explotación de animales no se va a tolerar más, y los animales tienen que ser protegidos al más alto nivel", declaró Claire Bass, de la Sociedad Mundial por la Protección de los Animales (WSPA), tras conocer el veredicto.
Los militantes ecologistas han seguido muy de cerca los debates en la CIJ, después de haber acosado a los buques balleneros en el Antártico para impedirles la caza de cetáceos, provocando a veces incidentes violentos. Los ecologistas estiman que el caso contra Japón en la Corte tiene una importancia capital para la pervivencia de este mamífero.
En abril del año pasado, Japón indicó que el número de ballenas capturadas en el Antártico en la campaña 2012-2013 cayó a su nivel más bajo, a causa precisamente del hostigamiento de los ecologistas.
Fuente: AFP
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