De pronto un concepto específico manejado por astrofísicos, geólogos y otros especialistas en el estudio de nuestra Madre Tierra, se vuelven populares. Hace algunos años ignorábamos por completo que en la Tierra se producen las tormentas geomagnéticas.
¿En qué consisten? ¿Afectan el clima? ¿Influyen en los seres que vivimos en la Tierra?
La Tierra ha desarrollado a través de millones de años de evolución un maravilloso escudo protector llamado Magnetosfera. Está causado por la imantación de los metales que componen el núcleo y algunas partes de la geosfera.
Este campo magnético desvía la mayor parte del viento solar de forma muy selectiva, ya que deja pasar algunos rayos, rebotando los de altas cargas que pueden ser mortales para las especies que habitan el planeta.
De esta forma, la Tierra se sirve de su magnetosfera para proteger la vida en su seno y por ello debemos de estarle muy agradecidos, pues sin este escudo inteligente, la vida no sería posible.
Comienza a unos 500 km de altura, por encima de la ionosfera, donde las partículas ionizadas de la atmósfera interaccionan con mayor intensidad con el campo magnético terrestre.
La magnetosfera interacciona con el viento solar en una región denominada magnetopausa que se encuentra a unos 60.000 km de la Tierra en la dirección Tierra-Sol y a mucha mayor distancia en la dirección opuesta. Pero su extensión es variable, ya que va regulándose según la intensidad del plasma que recibe.
Las explosiones que vemos en el sol como manchas, tienen ciclos de mayor intensidad aproximadamente cada once años.
Cuando de la corona solar se desprenden bolas de plasma de altas cargas electromagnéticas, aquellas que son muy altas y perjudiciales quedan detenidas en una franja frontal de la magnetosfera terrestre, y son desviadas por este maravilloso escudo hacia los polos magnéticos de la Tierra.
Allí es donde se producen la mayor cantidad de alteraciones, radiaciones de rayos ultravioleta que vemos como auroras boreales, esas bellas formaciones de colores intensos en los cielos nórdicos y en las zonas polares sureñas.
Hay que tener en cuenta cuando hablamos de polo norte y polo sur, que los polos magnéticos de la Tierra no coinciden con nuestros polos geográficos. Los polos magnéticos están desplazados unos 1800 km de los geográficos y siguen desplazándose a través de las eras. Por lo tanto las brújulas no apuntan exactamente al polo norte geográfico.
Ciertas mediciones recientes muestran una reducción del 5% en la intensidad del campo magnético en los últimos 100 años, hecho que ha estimado que el campo magnético terrestre podría desaparecer si sigue a este ritmo, dentro de unos 1500 años aproximadamente, algo que acabaría con la vida tal y como la conocemos.
En la Anomalía del Atlántico Sur, la fuerza del campo magnético está disminuyendo diez veces más rápido que en otros lugares. Es una franja débil de la magnetosfera que ocupa gran parte del Atlántico Sur, Chile, Argentina, Uruguay y parte sur de Brasil. Este se está desplazando muy lentamente en dirección a Sudáfrica.
Cuando los ciclos solares se están acercando a su máximo (como el presente ciclo solar 24, que llegará a su máximo en el 2012 o el 2013, las tormentas geomagnéticas se hacen cada vez más persistentes. Suelen durar de 2 a 4 días, y si su intensidad es grande, pueden causar el bloqueo de todo sistema dependiente del electromagnetismo : GPS, radares, satélites, telefonía móvil, televisión, etc.
Tal vez en tormentas geomagnéticas muy portentes el peligro más grande es el colapso de los generadores en las grandes centrales eléctricas, lo que ya en otras oportunidades ha dejado a varias ciudades sin luz.
Entendiendo que sin luz tampoco hay calefacción, ni Internet, que muchos sistemas de comunicación y alarma pueden estar inoperantes, una tormenta geomagntética muy intensa puede representar una gran peligro para el sistema en el que vivimos, muy dependiente de la energía eléctrica.
Los aviones no podrían volar, los barcos no contarían con sistemas de orientación y no podrían navegar, no recibiríamos la información satelital, las comunicaciones se bloquearían y podría ser un verdadero caos.
En los últimos años, llegó al conocimiento de la gente lo de las tormentas geomagnéticas, debido a una predicción publicada por la NASA en la que varios científicos auguraban que este ciclo solar 24, podría ser de un 30 a un 50% más potente que todos los anteriores.
Por ello es que escribo esta nota, para que entendamos la naturaleza de la magnetosfera y de las tormentas geomagnéticas que estamos viviendo en estos días.
La influencia en los humanos está poco estudiada, si bien somos seres completamente electromagnéticos (el hierro en nuestra sangre es un metal que produce un campo magnético a nuestro alrededor), no se sabe con certeza aún qué síntomas experimentamos cuando vivimos una de estas tormentas.
Muchos casos se han reportado de mareos, intensos dolores de cabeza, dolores articulares y zumbidos en los oídos. Los síntomas son lógicos, ya que al alterarse el campo magnético terrestre se altera también el de nuestro cuerpo. Es imposible mantenerse al margen de un evento del sol, ya que la vida de nuestro planeta depende de la interacción de la Tierra con este astro.
También se han encontrado interacciones entre las tormentas geomagnéticas y la posterior reacción terestre con desplazamiento de placas, lo que produce terremotos y tsunamis.
La Ionosfera, también sufre una alteración durante una tormenta geomagnética, por lo tanto la actividad climática del planeta se ve afectada.
El Sol y la Tierra forman un sistema cósmico binario, por lo que es imposible estudiarlos por separado, son como un solo Ser. La Tierra depende de este gran centro entrópico que es el Sol, para auto-regularse y mantener los niveles homeostáticos.
Las tormentas geomagnéticas son algo tan común como las lluvias o las tormentas eléctricas, por lo que habremos de considerarlas como fenómenos totalmente cotidianos en nuestras vidas.de Bianca Atwell,
Cinturón de Fuego en el Pacífico from Ciudades Planetarias on Vimeo.
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