El psicólogo y experto en interrogatorios, Edward R. Geiselman, desvela las claves y técnicas para descubrir a un embustero
El refranero dice que «se coge antes a un mentiroso que a un cojo» o que «las mentiras tienen las patas muy cortas», pero la verdad es que algunos son unos verdaderos artistas en la cosa del engaño.
Imaginen lo útil que sería aprender a detectar mentiras y los disgustos que se ahorrarían, por ejemplo si su marido/mujer es infiel, si el jefe le va a pegar la puñalada o si el que parecía su amigo no lo es tanto.
El profesor de Psicología en la Universidad de California (UCLA), Edward R. Geiselman, lleva años estudiando cómo detectar engaños y ha enseñado técnicas de investigación en interrogatorios a los detectives y agentes de inteligencia del FBI, el Departamento de Seguridad Nacional, los marines, la Policía de Los Ángeles y a los departamentos de sheriff, además de a numerosas agencias internacionales.
Geiselman analizó, con la ayuda de tres estudiantes de la UCLA, unos 60 estudios sobre la detección de engaños para llevar a cabo una original investigación sobre el tema, cuyos resultados se publican en el último número de la revista «American Journal of Forensic Psychiatry».
Aunque ustedes no sean agentes del FBI, seguro que los indicadores marcados por Geiselman y su equipo les resultan curiosos o, incluso, les ayudan a destapar alguna «conspiración» casera:
-Cuando se le pregunta directamente, el mentiroso generalmente da pocas explicaciones. Geiselman pensó en un principio que los embusteros contaban historias muy elaboradas, pero las investigaciones con estudiantes y presos mostraron que la mayoría daba respuestas muy cortas cuando mentía.
-Aunque el embustero no habla demasiado, tiende de manera espontánea a justificarse sin que se le pida. Ya saben el dicho: «Excusatio non petita, accusatio manifesta» (excusa no pedida, manifiesta acusación)
-Tienden a repetir las preguntas antes de contestarlas, quizás para ganar tiempo mientras se inventan la respuesta.
-Suelen estar muy atentos a las reacciones de su interlocutor para corroborar si la mentira está colando.
-Normalmente inician su relato lentamente para que les de tiempo a inventarse la historia y comprobar la reacción del interlocutor.
Pero en cuanto la tienen atada, comienzan a hablar muy deprisa porque creen que si su discurso es lento resultarán sospechosos.
-Suelen acortar las frases con más frecuencia que la gente sincera. A menudo, comienzan su respuesta, se reafirman y no terminan la frase.
-Tienden a presionar los labios cuando se les pregunta por una cuestión sensible, jugar con el pelo o entretenerse en otros acicalamientos. Señalar con las manos hacia uno mismo también suele ser un signo de engaño.
-Si se le reta a dar más detalles, la persona sincera negará que esté mintiendo y aportará más explicaciones, mientras que el embustero optará por no especificar más.
-Cuando se le formula una pregunta difícil, la persona sincera aparta la mirada para concentrarse, mientras que el individuo deshonesto mira hacia otro lado por poco tiempo.
Otras técnicas
Además, entre las técnicas que Geiselman enseña a los detectives para averiguar la verdad está la «entrevista cognitiva», que consiste en pedir al interrogado que cuente su historia empezando por el final hasta llegar al inicio aportando la mayor cantidad de detalles posible.
«Esta táctica aumenta la carga cognitiva para empujar al sujeto al abismo», afirma el autor de la investigación.
«Esta táctica aumenta la carga cognitiva para empujar al sujeto al abismo», afirma el autor de la investigación.
También es eficaz preguntar primero por lo general y seguir después con cuestiones más específicas para obtener una información más completa.
Y por último, no interrumpa nunca a su interrogado, déjele hablar y utilice los silencios para animarle a hablar. Suerte.
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