viernes, 23 de septiembre de 2011

MODERACIÓN


MODERACIÓN

Para algunos, la moderación es más difìcil que un perìodo de abstinencia total. Decir palabras que sirvan de ayuda a los demás, por ejemplo, requiere más entrenamiento que permanecer completamente callado.

En principio, la moderación requiere humildad: requiere que seamos sinceros con nosotros mismos y que reconozcamos que somos imperfectos en ciertas circunstancias.

Esta actitud nos lleva a pedir orientación a nuestro ser interior antes de hacer cualquier cosa. Si, por el contrario, tenemos mucha autoestima, somos más vulnerables, pues dejamos de solicitar esa ayuda interna antes de actuar.

Por otro lado, la moderación también requiere osadía. Debemos tener en cuenta que, si estamos receptivos a la luz interior, nuestros recursos serán adecuados, aunque sean imperfectos.

La sabiduría de la Vida todo lo ajusta cuando nos entregamos a la voluntad de nuestro ser interior, y hasta incluye las imperfecciones de la personalidad.

Sin embargo, se necesita osadía, hacer lo que se debe. Sólo damos pasos realmente cuando nos disponemos a ir un poco más allá de lo que estaría a nuestro alcance.

Es como si, por ejemplo, alguien necesitase oír determinada música y  sólo nosotros estuvièsemos disponibles para cantarla.

Puede ser que no sepamos hacerlo muy bien, pero si lo intentamos, contando con nuestro yo interior, sus energías son transmitidas por nuestro intermedio.

Y, así, no importa si desafinamos un poco; por haber cantado como servicio, una profunda transformación puede darse en quien nos escucha.

En ese caso, la música en sí es irrelevante; lo esencial es el impulso evolutivo, es salir del punto en que estamos y ayudar al otro a hacer lo mismo.

Si buscamos la moderación, reconocemos que osar no significa actuar irreflexivamente. Es confiar en el potencial que tenemos dentro de nosotros, entregándolo a la conducción de nuestro ser interior.

Al actuar impregnados de este espíritu, descubrimos el sentido de ayunar en acciones, de actuar en la justa medida para que la luz interna se revele.
Por último, la moderación requiere desapego.

Los resultados de acciones evolutivas no son mensurables. No existen parámetros en el nivel mental, emocional o físico para medirlos o juzgarlos.

Es necesario realizar dichas acciones sin aferrarse a ellas, actuar como un sembrador que lanza los granos en la tierra y los entrega a la lluvia, al viento y a la dinámica de la fuerza de la vida que yace en su interior.

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