Un camino espinoso para el futuro del libro
Ya se debate entre la industria tecnológica y la editorial.
El Frankfurt Sparks apunta a que la industrias puedan juntarse.
Por Horacio Bilbao - hbilbao@clarin.com - Frankfurt. Enviado Especial
La invención del libro es como la de la rueda o la cuchara, perfecta, no se puede mejorar”. Así, parafraseando a Umberto Eco, Gottfierd Honnefelder –presidente de la Asociación Alemana de Editores y Libreros– arrancó su discurso de apertura en la Feria de Frankfurt. Una feria que desde la señalética y cartelería publicitaria contradice a Eco. Se le opone desde el marketing, con un espacio publicitario enorme dedicado al Frankfurt Sparks, el lugar para pensar el futuro de la industria editorial, que no es el de la cuchara. De esta manera, el mayor encuentro para la compraventa de derechos de autor, hace pie en la producción de contenidos y en el cruce de plataformas y formatos que ya se vive en los medios.
Otro negocio.
Un experimentado editor que lleva casi 40 años viniendo a Frankfurt emparenta este cambio con la llegada de los agentes literarios, con las charlas de catálogo que reemplazaron hace rato a las puramente literarias de los años 70. Los cócteles se vuelven cada vez más aburridos, aunque ahora se puede hablar de chiches nuevos casi todos los días. El omnipresente iPad y su rival de Amazon, el Kindle, tienen sólo en los pasillos de esta feria más de 25 dispositivos que les hacen competencia. De los tamaños y precios que se busque. Un lápiz gigante que lee en audio partituras, textos e imagenes. Una compañía que, por si no fuera suficiente con el cine y la tevé, ahora presenta sus libros en 3D (¡libros que llevan una cámara y una pantalla adosada!) y una batería de ofertas infantiles, como el “ebookincolor”, que una firma taiwanesa ofrece a los chicos amantes de los cuentos. Es para chicos de 3 a 8 años.
Con todo, la iniciativa Sparks habla más del futuro que del presente. Los números son claros. Según Juerguen Boos, el director de la feria, aquí hay 1900 stands, sobre 7000, que tienen algún producto tecnológico. Pero el mercado es muy pequeño. “Esperamos que el año que viene supere el 6 por ciento”, dice Caroline Vogel, quien con su escasamente literario título de project manager tiene la misión de guiar una visita de dos horas a través de los stands con gadgets , dispositivos móviles y compañías de software que se entremezclan con las editoriales en kilómetros y kilómetros de pasillos atestados de gente que viene a hacer negocios y no a comprar libros para leer.
Una de las ofertas más recurrentes se relaciona con el iPad. Compañías de todo tipo y tamaño ofrecen a las editoriales aplicaciones, soporte técnico y hasta alojamiento en sus servidores para vender sus productos. Ipublish, una de las grandes, permite tener la cantidad de títulos que uno quiera, en el formato que sea y la plataforma que se elija, por un costo de 5 dólares mensuales por título.
Una alternativa o un socio para los nuevos medios de distribución electrónica, Apple Store, Android Market, Amazon, Barnes & Noble, Adobe, Google Edition...
Miguel Sobek, un desarrollador argentino que presentó en Frankfurt la versión digital del best seller El Gran Libro del Dragón , a la venta en todo el mundo en 5 idiomas a través del App Store de Apple, dice que los editores deben entender que todo cambiará muy rápido. “Los que se esfuercen e inviertan para reinventar el libro, den herramientas novedosas a los autores y usen inteligentemente las nuevas formas sociales de difusión, tendrán un lugar privilegiado”, sostiene Sobek. Y hacia eso apunta el Sparks, a que la industria editorial y la tecnológica puedan juntarse. Pero ese es un camino espinoso para algunos. Y lo dejó claro el titular de los editores alemanes. “Sería un escándalo que todo el saber del mundo quedara en manos de una empresa, que podría abrir y cerrar esa puerta del saber cuando quisiera”, dijo haciendo referencia a Google.
Pero claro, Google también está aquí, con un gran stand en la feria. Y por cierto, sus técnicos y especialistas tienen casi tantas citas como los editores y agentes literarios. Y dicen haber logrado 10 mil socios editoriales fuera de los Estados Unidos. Simon Morrison, al frente de la delegación que vino a Alemania, avisa que pronto saldrá el Google Edition y muestra que ellos están aquí trabajando con editores que se acercan a Google. El tema legal va por otro lado. Es obvio que todo cambia, pero la pelea es por quién llevará la batuta.
¿Las tecnológicas? ¿Las editoriales? Estas últimas ya no niegan el impulso del libro electrónico, pero quieren imponer el ritmo, llevar la batuta. Unos hablan de revolución y otros de ampliación de horizontes. Por suerte nadie ha dicho aquí que las historias se mueren, eso sí sería el Apocalipsis. Tal vez el mercado cambie de actores, pero ese nunca fue un problema para el lector.
Otro negocio.
Un experimentado editor que lleva casi 40 años viniendo a Frankfurt emparenta este cambio con la llegada de los agentes literarios, con las charlas de catálogo que reemplazaron hace rato a las puramente literarias de los años 70. Los cócteles se vuelven cada vez más aburridos, aunque ahora se puede hablar de chiches nuevos casi todos los días. El omnipresente iPad y su rival de Amazon, el Kindle, tienen sólo en los pasillos de esta feria más de 25 dispositivos que les hacen competencia. De los tamaños y precios que se busque. Un lápiz gigante que lee en audio partituras, textos e imagenes. Una compañía que, por si no fuera suficiente con el cine y la tevé, ahora presenta sus libros en 3D (¡libros que llevan una cámara y una pantalla adosada!) y una batería de ofertas infantiles, como el “ebookincolor”, que una firma taiwanesa ofrece a los chicos amantes de los cuentos. Es para chicos de 3 a 8 años.
Con todo, la iniciativa Sparks habla más del futuro que del presente. Los números son claros. Según Juerguen Boos, el director de la feria, aquí hay 1900 stands, sobre 7000, que tienen algún producto tecnológico. Pero el mercado es muy pequeño. “Esperamos que el año que viene supere el 6 por ciento”, dice Caroline Vogel, quien con su escasamente literario título de project manager tiene la misión de guiar una visita de dos horas a través de los stands con gadgets , dispositivos móviles y compañías de software que se entremezclan con las editoriales en kilómetros y kilómetros de pasillos atestados de gente que viene a hacer negocios y no a comprar libros para leer.
Una de las ofertas más recurrentes se relaciona con el iPad. Compañías de todo tipo y tamaño ofrecen a las editoriales aplicaciones, soporte técnico y hasta alojamiento en sus servidores para vender sus productos. Ipublish, una de las grandes, permite tener la cantidad de títulos que uno quiera, en el formato que sea y la plataforma que se elija, por un costo de 5 dólares mensuales por título.
Una alternativa o un socio para los nuevos medios de distribución electrónica, Apple Store, Android Market, Amazon, Barnes & Noble, Adobe, Google Edition...
Miguel Sobek, un desarrollador argentino que presentó en Frankfurt la versión digital del best seller El Gran Libro del Dragón , a la venta en todo el mundo en 5 idiomas a través del App Store de Apple, dice que los editores deben entender que todo cambiará muy rápido. “Los que se esfuercen e inviertan para reinventar el libro, den herramientas novedosas a los autores y usen inteligentemente las nuevas formas sociales de difusión, tendrán un lugar privilegiado”, sostiene Sobek. Y hacia eso apunta el Sparks, a que la industria editorial y la tecnológica puedan juntarse. Pero ese es un camino espinoso para algunos. Y lo dejó claro el titular de los editores alemanes. “Sería un escándalo que todo el saber del mundo quedara en manos de una empresa, que podría abrir y cerrar esa puerta del saber cuando quisiera”, dijo haciendo referencia a Google.
Pero claro, Google también está aquí, con un gran stand en la feria. Y por cierto, sus técnicos y especialistas tienen casi tantas citas como los editores y agentes literarios. Y dicen haber logrado 10 mil socios editoriales fuera de los Estados Unidos. Simon Morrison, al frente de la delegación que vino a Alemania, avisa que pronto saldrá el Google Edition y muestra que ellos están aquí trabajando con editores que se acercan a Google. El tema legal va por otro lado. Es obvio que todo cambia, pero la pelea es por quién llevará la batuta.
¿Las tecnológicas? ¿Las editoriales? Estas últimas ya no niegan el impulso del libro electrónico, pero quieren imponer el ritmo, llevar la batuta. Unos hablan de revolución y otros de ampliación de horizontes. Por suerte nadie ha dicho aquí que las historias se mueren, eso sí sería el Apocalipsis. Tal vez el mercado cambie de actores, pero ese nunca fue un problema para el lector.
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